miércoles, 26 de junio de 2024

miércoles, 26 de junio de 2024

Amén

Yo y mi circunstancia
Juan

No está bien visto ser católico practicante, cristiano, creyente… No es que esté mal visto, sino que, gran parte de la sociedad que nos rodea tiene, por desgracia, un más que evidente prejuicio hacia quienes practicamos la fe de Dios. Ya es hora de salir de las catacumbas, de decir con orgullo y a la vez con humildad, que somos de Cristo, vivimos en Cristo y moriremos en Cristo Padre.

Mis padres me bautizaron y me iniciaron en la fe, sobre todo mi madre. Cuando fui adolescente, quizá porque no estaba de moda ser cristiano y mis colegas se reían de mí sí, por ejemplo, iba a misa, me fui alejando de la doctrina, llegando e incluso a hacerme radicalmente anticlerical.

Pasaron muchos años, décadas, pero mi fe estaba simplemente congelada. Tras el fallecimiento de mi padre hace más de tres años, esa fe que había estado latente regresó a mí con todo su sagrado esplendor. Comencé a rezar varias veces cada día, a acercarme a la iglesia (está a 50 metros de mi casa), confesarme, participar en la Eucaristía, tomar la Comunión, rezar el Santo Rosario solo o acompañado. Por esta recuperación ‘tardía’ en mi fe, me han ‘rebautizado’ con expresiones como ‘converso’ o ‘neoconverso’. No me gusta que me etiqueten, nunca me gustó. Pero menos me gusta aún que me insulten con calificativos como ‘meapilas’ o ‘comehostias’. No es justo, aunque no me queda más remedio que aceptarlo con resignación.

Peor es cuando, en el seno de mi propia familia, tengo que dar explicaciones a diario por mi nueva situación religiosa, por tener los sentimientos que tengo. Yo no les pregunto porque son de derechas o de izquierdas; del Barça o del Madrid. Trago sus burlas, sus chistes y no puedo por menos que pedir a Dios que ellos caigan pronto en la cuenta de que Él nos dio la vida, que Él nos protege de Lucifer y de todos los males, que Él nos castiga, pero que también nos perdona, que Él nos permite reír y llorar y que Él, algún día, nos llamará para estar a su lado y al de los seres que tanto hemos querido y que ya están gozando del Reino de Dios.

Es verdad que, históricamente, los cristianos han sido perseguidos y humillados. No me consuela. Es una tendencia injusta que debería cambiar ya mismo. La religión Católica no es una secta, no Señor, es un sentimiento de pura alegría, un gran motivo para vivir, que me niego a ocultar o a seguir disimulando. Es una forma de vida plena que quiero compartir con los demás. Si no quieres ir a misa, ni a rezar, ni leer/releer la Palabra de Dios, vale, sólo te pido que respetes a quienes, como yo, hemos optado, a la edad que sea, por esta doctrina plena de amor y de esperanza que jamás nos dejará en la cuneta.

Porque Dios es el Camino, la Verdad y la Vida.

Amén, así sea.