
El teléfono de la Esperanza nos ha introducido paso a paso, en el mundo de la meditación y del Mindfulness. El taller está muy bien organizado, es muy práctico y Carmen nos guía en que cada uno de nosotros seamos conscientes de dónde estamos, de qué sentimos o pensamos en el aquí y en el ahora.
A mí me ha servido para ser, aprender a meditar, a relajarme, a respirar, a entrenar a la mente para prestar atención en lo que estoy sintiendo en cada momento. Hemos aprendido a identificar los pensamientos y ver cómo repercuten en nuestro cuerpo. No es fácil prestar atención a lo que estamos haciendo, como el respirar de manera consciente y poder alejar los pensamientos en esos momentos.
Al ser un taller eminentemente práctico, los conocimientos adquiridos los puedes ir aplicando desde el primer día: aprendemos a prestar atención en las tareas que hacemos de manera rutinaria, mecánicamente y sin pensar, como puede ser vestirnos, levarnos los dientes, etc. y una vez que pones los sentidos en ese hecho, son muchas las sensaciones que nuestro cuerpo experimenta y que si no lo hacemos de manera consciente, nos las perderemos.
Otra de los aprendizajes que me han sido útiles es el ver que no es necesario dedicar un tiempo programado para aplicar la meditación, sino que es una forma de vida. A través del mindfunless, hemos visto que la meditación la podemos incorporar a nuestra vida ya sea en las tareas rutinarias, en los momentos desocupados, en los paseos o escuchando a los de nuestro alrededor. Siempre hay un rato en el que podemos meditar y ser conscientes de nuestras emociones, prestando una atención total al presente, al aquí y al ahora. No es necesario dedicar 40 minutos, es importante coger un hábito, una rutina y aunque sean 3 ó 10 minutos hacerlo de manera consciente y habitual.
Lograremos ser mucho más felices si vivimos plenamente el momento presente, en lugar de vivir en los miedos, en las preocupaciones y en los recuerdos.