Ante la vida podemos adoptar tres posturas ya sabidas. La pesimista y quejarnos del viento. La optimista, esperando que el viento cambie y la realista, en la que nos disponemos a ajustar las velas.
Lo ideal es moverse la tercera apoyándose en la primera, aunque a veces como diría Galeano "llevamos mala música en el alma".
En uno de esos días, hablaba con un amigo situado en las antípodas de mis malas vibraciones, me decía con una voz cantarina y despreocupada y la convicción del que sabe que puede vender una escoba en un desierto que él lo tenía muy claro. Enumeró cuatro o cinco cosas que le gustaba hacer y a partir de ahí, decía ilusionado, "cuantas más veces las haga, más feliz seré".
Tan sabio y coherente como poco usual y alejado de nuestro neurótico discurso diario.