Observando la vida
ISPE
En estos días de confinamiento a la que nos ha conducido la situación actual, he tratado de ponerle la mejor cara posible. Todas las mañanas antes de levantarme he tratado de planificar las distintas ocupaciones en las que iba a invertir el día que tenía por delante.
Al principio la cosa era más sencilla, siempre hay cosas que habías dejado pendiente para cuando hubiera tiempo, ordenar armarios, hacer limpieza, tirar papeles, alguna chapucilla que ibas posponiendo.
Pero ha sido tanto tiempo, que al final te centras en tus aficiones. En mi caso me han ayudado mucho tres de ellas. Por una parte las manualidades, el trabajar con minuciosidad, sin prisas y cuidando el detalle, han conseguido que me abstraiga de las preocupaciones del momento. Por otro lado mis ratos de silencio y meditación me han ayudado al fortalecimiento interior. La tercera ha sido la lectura, tenía varios libros pendientes de novela histórica que es la que me gusta ya que con ella me traslado a otras épocas y así durante un ratito estoy lejos del dichoso virus.
Pero sin duda lo más constructivo que saco de esta situación es comprobar que tengo gente a mi alrededor que se preocupa de mí.
Ese aluvión de mensajes y correos no son sino la manera de decir a la otra persona que estas cerca de ella y está en tu recuerdo. Posiblemente estábamos olvidando lo gratificante que es decir y recibir desde el corazón frases como “¿Qué tal estas?”, “¿Necesitas algo de mí?”, “Cuídate mucho”, “a ver cuando quedamos para tomar un café”.
La situación presente no la hemos elegido, pero hemos de sacar de ella lo bueno que nos pueda aportar.
Ahí lo dejo…