domingo, 3 de mayo de 2020

domingo, 3 de mayo de 2020

Miedo

Todo lo que das, te vuelve
Inma
Esta semana os voy a dejar un relato de Eduardo Galeano habla del miedo, una emoción adaptativa que nos puede resultar muy útil actualmente si la sabemos aprovechar.
El miedo te hará estar alerta, hará que salgas a la calle sólo cuando lo necesites, hará que te pongas la mascarilla y los guantes, gracias al miedo te lavarás las manos frecuentemente, mantendrás la distancia de seguridad, tratarás de proteger a tus seres queridos.
El miedo hará que te cuides, no tienes que sentir vergüenza por sentirlo, en este caso te está protegiendo, puede salvar tu vida, tampoco pienses que sólo te pasa a ti, no te sientas mal.
No le añadas sobreinformación, opiniones o bulos porque puedes acabar obsesionándote y convirtiéndolo en un problema, ahí ya no te ayudará porque te paralizará, te generará estrés, pánico, angustia e incluso ansiedad.


La alambrada
"A la medianoche de la noche más helada del año llegó, súbita, violenta, la orden de formar. Aquella era la noche más helada de ese año y de muchos años, y la niebla enemiga enmascaraba todo.
A los gritos, a los culatazos, los presos fueron puestos de cara contra el cerco de alambre que rodeaba las barracas. Desde las torretas, los reflectores atravesaban la niebla y lentamente recorrían la larga hilera de uniformes grises, manos crispadas y cabezas rapadas a cero.
Darse vuelta estaba prohibido. Los presos escucharon ruidos de botas en carrera y metálicos sonidos del montaje de las ametralladoras. Después silencio.
En esos días, había corrido el rumor en la prisión:
—Nos van a matar a todos.
Mario Dufort era uno de esos presos, y estaba sudando hielo. Tenía los brazos abiertos, como todos, con las manos agarrando la alambrada: como él estaba temblando, la alambrada estaba temblando. Tiemblo de frío, se dijo a sí mismo, y se lo repitió; y no se lo creyó.
Y tuvo vergüenza de su miedo. Se sintió abochornado por aquel espectáculo que estaba dando ante sus compañeros. Y soltó las manos.
Pero la alambrada siguió temblando. Sacudida por las manos de todos los demás, la alambrada siguió temblando.
Y entonces Mario… entendió".
El libro de los abrazos. Eduardo Galeano.