El rincón del optimista
Juan
La escena tiene lugar en los portales de la iglesia de Joarilla de las Matas el domingo 15 de septiembre a la una de la tarde.
–Papá, cómo se te ocurre venir andando con lo que llueve.
–No querrás que me quede en casa. Esto se me seca a mí rápido.
Las que echan la bronca son las hermanas Ana Rosa y Mónica, hijas de Alejandro García Mencía, Jandro para todos. Efectivamente, el pastor se quita con cuidado el pellejo de oveja que cubre su torso y lo pone a secar en un banco de la iglesia debajo del coro.
En la camisa blanca que lleva debajo se puede leer en la espalda: ‘Cofradía Virgen del Rosario’. Es la cofradía que marca la tradición de la fiesta de Los Pastores de Joarilla, declarada de Interés Turístico Provincial, aquella que desde 1833 hay textos documentados sobre cómo debe desarrollarse la fiesta, la tradición que se sigue al pie de la letra.
Los 83 años de Jandro le acreditan como el hermano mayor de la Cofradía y eso le da el derecho a llevar el símbolo de la misma junto a la Virgen cuando sale en procesión. Nació en febrero del 36, cuando se estaba fraguando la Guerra Civil Española. Jandro sabe de qué va todo esto, practicó la profesión de pastor durante toda su vida, al igual que lo hiciera su padre y varios de sus hermanos. En su rostro, en su mirada, se pueden adivinar millones de patadas dadas en el campo cuidando el rebaño en compañía de sus careas; las arrugas surcadas por el viento del secarral del Sureste de la provincia; o el sudor correr por su cara en los días de calor cuando tocaba ordeñar y había que meterse literalmente debajo de las ovejas para extraerlas la leche con la que poder sobrevivir.
No hay que dejarse llevar por el pesimismo. El domingo en la iglesia ya llevaban su cacha cinco aspirantes a entrar como cofrades y en el ofertorio las levantaron en alto. Hay relevo generacional. Son Diana, Virginia, Esmeralda, David y Mario los jóvenes que sueñan con poder bailar algún día no lejano la danza de las cachas con el mismo orgullo que lo hacen los 18 ‘pastores’ ahora por las calles del pueblo.
Y Jandro se acuesta ese día satisfecho de que su profesión aún no haya muerto del todo, que la tradición de su pueblo no haya desaparecido y que los pastores de Joarilla seguirán danzando el año que viene la danza de las cachas, haga como haga, por su gran devoción a la Virgen del Rosario y porque la vida sigue.
Asín sea.