Creciendo en el amor
Juan Fernández Quesada
En mi artículo anterior de “Ganar en sabiduría” del día 25 de septiembre os comentaba que para llegar a la paz espiritual era necesario “Despertar a la necesidad de cambio”. Hoy os planteo “Cuestionar el presente”.
Vivimos en un mundo alocado en el que parece que tenemos que llegar a todos los sitios y urgentemente, de tal forma que no nos permitimos tomar conciencia de cómo vamos pasando de una fase a otra de nuestra evolución de, como decimos al hacer una ruta, permitirnos disfrutar de ella y no solamente obsesionarnos con llegar al final. ¿Qué hemos aprendido de todos nuestros errores del pasado? ¿Qué hemos aprendido de las pérdidas del camino? Hace poco en una consulta le decía yo a una mujer que había perdido a una hija en accidente de tráfico de la importancia de “la tristeza”: Cuando falleció mi madre ese sentimiento me permitió darme cuenta de lo importante que había sido mi madre en mi vida. La pérdida nos permite valorar lo que perdemos, porque cuando lo tenemos no lo valoramos. Tenemos salud y solo la valoramos cuando la perdemos. ¿Cuántas cosas tenemos que perder para valorarlas? GRACIAS TRISTEZA que me permites tomar conciencia de ello, DE LO QUE SOY, DE LO QUE SIENTO, DE LO QUE TENGO. El dolor es un maestro, nos enseña, porque la tristeza es un dolor del alma.
Hace poco hemos tenido una crisis económica en la que vivíamos en la opulencia gastando a diestro y siniestro, todo nos parecía poco, “eso era la felicidad: gastar”. Vivíamos el boom inmobiliario, había que comprar ladrillo. Los precios de la vivienda siguen subiendo y los alquileres se han disparado de forma desorbitada, de tal forma que a los jóvenes les es casi imposible acceder a una situación de autonomía e independencia. Las familias, a fecha actual, invierten más de un 40% de sus ingresos en pagar la vivienda. ¿Hemos aprendido algo? ¿Cuántos desastres o crisis nos tienen que ocurrir para aprender?
Todas las pérdidas, con su dolor respectivo, nos avisan de que analicemos lo que creíamos ya tener bajo control. ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida? Quizás una enfermedad te para porque das demasiada importancia al trabajo y a ganar dinero, sin tener tiempo para disfrutarlo.
Los sabios suelen coincidir en que la felicidad se define por:
– La creencia de que controlamos nuestro destino.
– La actitud de abrirse a nuevas ideas.
– Vivir la experiencia de despertar o de experimentar despertares.
– Encontrar sentido más allá de nuestro ombligo.
Esto nos lleva a sus respectivas preguntas:
– ¿Controlo, en general mi vida?
– ¿Estoy abierto a nuevas ideas?
– ¿Experimento momentos de lucidez?
– ¿Mantengo una relación profunda con todo lo que me rodea?
Hazte buenas preguntas:
– ¿Para qué hago lo que estoy haciendo?
– ¿Lo que hago me da satisfacción o despierta alguna pasión en mí?
– ¿Tengo lo suficiente para vivir la vida que quiero vivir?
– ¿Cuántas alternativas puedo generar para vivir lo que quiero vivir?
– ¿Cuántas alternativas tendrías para poder ganarte la vida?
– ¿Cuántos lugares serían adecuados para vivir como quieres vivir?
– ¿En cuántos grupos referenciales me encontraría con apoyo, afecto y valoración?
– ¿Me siento seguro de mí mismo?
– ¿Con quiénes me siento seguro?
– ¿Qué ingredientes me aportan esa seguridad?
– ¿Cuáles han sido mis mayores errores?
– ¿Qué he aprendido de esos errores?
– ¿Qué cambiaría de mi vida si tan solo me quedara un año de vida en este mundo?
– ¿Sé lo que quiero?
– ¿Qué tipo de persona me gustaría ser para los demás?
– ¿Qué es lo que más me importa en la vida?
– ¿Qué valores son mis referentes en mis actuaciones?
– ¿Haces algo que pueda tener una repercusión más allá de tu momento actual?
Hazte preguntas, no vivas como un autómata, no corras, disfruta de tu trayecto, EN LAS PEQUEÑAS COSAS ESTÁN LOS MEJORES MANJARES DE LA VIDA, AVANZA PROFUNDIZANDO EN TODO LO QUE HACES.