Yo también soy vulnerable
Todo ser humano, por el hecho de serlo, experimentará, en algún momento de su vida, la vulnerabilidad, ya sea de carácter social, físico, psicológico o cultural.
En nuestra sociedad, de alguna manera, parece que la tarea de toda persona se ha de dirigir a dominar esa vulnerabilidad y a superarla.
Sin embargo, olvidamos que, en los momentos en que nos sentimos vulnerables, cuanto necesitamos es un entorno que sepa acogernos, aceptarnos, respetarnos y, entonces, si es posible, transformar esa experiencia de vulnerabilidad en reconocimiento de nuestro valor por el mero hecho de estar vivos.
En la dificultad, todo ser humano tiene una tarea:
Cuando la vivo en primera persona, esa tarea es la de pedir ayuda si la necesito.
Cuando la observo en otro, la tarea se expresa en dos actitudes: generosidad y disponibilidad.
La esencia de cualquier grupo humano es la de acoger en su seno y apoyar a quienes viven en situación de vulnerabilidad. En ausencia de esta condición, el grupo pierde su humanidad.
Hoy es un día para celebrar. Celebrar nuestra humanidad, nuestra naturaleza vulnerable, nuestra disposición a reconocer el sufrimiento propio y, solo por eso, nuestra posibilidad para reconocer el sufrimiento ajeno. Desde ahí, podremos construir un mundo más solidario.
Porque yo también soy vulnerable.