Todo lo que das, te vuelve
Inma
No sé en qué momento decidimos pensar que la vida se tenía que adecuar a lo que nosotros quisiéramos, pero sin duda, esta idea es una de nuestras mayores causas de sufrimiento.
Por muy mal que nos parezca las cosas son como son, no somos tan importantes.
Cuando te das cuenta de esta realidad resulta mucho más lógico adaptarnos al ritmo que nos marca, ella pone la música y nosotros somos simples bailarines, con diferentes estilos, unos más ágiles, otros más torpes, aún nos quedan muchos bailes.
No sabrás qué hace una chica como tú en un sitio como este, quizá nunca haya dos gardenias para ti, ni te regalen como cada nueve de noviembre un ramito de violetas, ¿qué importa ya quién es él y en qué lugar se enamoró de ti?, puede que sólo quieras darle a tu cuerpo alegría…
No se te darán bien todos los bailes, algunos pasos serán complicados, pero si practicas y tienes interés en seguir en la pista de baile, irás adquiriendo soltura.
En cada etapa sonará su disco, suelto, agarrado, sólo, por parejas, tango, bachata, ahora un vals, después un bolero…
Para los que se hayan convencido de que son patosos y como dice Fito, crean que están sordos de un pie, siempre habrá un espacio en la barra para observar cómo la vida pasa, igual te atrevas a disfrutarla o no.
¿Bailamos?