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Este fin de semana tuvimos el curso de Desarrollo Personal. contarlo es imposible, para descubrir sus posibilidades reales no hay otra forma que vivirlo en persona…pero yo de todas formas voy a intentar explicarte un poco lo que sentí:
Imagínate que estás en una habitación a oscuras.
Es una cocina.
Te dicen que tienes que hacer una tortilla.
Te vas moviendo lentamente, tocando todo. Poco a poco vas encontrando los ingredientes, que tus padres han tenido a bien dejarte preparados.
Vas abriendo armarios, encuentras a tientas las sartenes.
Palpando toda la encimera, llegas a un punto y te quemas; has descubierto la vitro.
Echas como puedes el aceite, derramas la mitad. Descubrir si está en el punto adecuado para freír te cuesta otra buena buena quemadura.
Pelar las patatas no es tarea fácil. Tras cortarte varias veces explorando el cajón de los cubiertos, decides que, en vez de una tortilla de patatas, igual tus padres -o quien narices sea que te haya dicho que hicieras la tortilla- se van a tener que conformar con una tortilla francesa.
Y de repente vienes al curso de Desarrollo Personal de Teléfono de la Esperanza y Juan te dice que hay un interruptor que puedes accionar. Lo pulsas…
¡Y se enciende la luz de la cocina!
Miras alrededor asombrado.
¿En serio era tan fácil? ¿Ese interruptor estuvo ahí siempre? ¿¡POR QUÉ NADIE TE LO DIJO ANTES!?
La verdad, aunque has ido con todo el cuidado posible, compruebas que la cocina está hecha un desastre.
¡Toca limpiar! Ahora será más fácil hacer la tortilla.
Es más, a lo mejor decido que lo que yo quiero NO es una tortilla.
Puede que en vez de eso me apetezca cocinar un arroz con bogavante.
Juan, Javi, Sandra, Mariajo, Raúl, Elena, Rebeca, Carmen, Pilar, Nur, Javier...estáis todos invitados al banquete :).
Y al resto, os animo a apuntaros al curso para descubrir vuestro interruptor personal.
Un GRACIAS enorme al Teléfono y a toda la gente que lo hace posible.