
Transcurría el mes de septiembre, cuando opté por volver a retomar los encuentros con nuestros mayores en la sede del Teléfono de la Esperanza.
También estaba en mi mente, intentar hacer grupos más pequeños en las CEAS de los barrios.
Lo veía complicado, soy consciente de que las voluntarias estamos cargadas de trabajo, en este mundo que nos toca vivir y después de haber pasado una pandemia, en el Teléfono de la Esperanza han aumentado las llamadas. Llamadas complicadas, personas con pensamientos suicidas y muchísimas con depresiones.
Son muchas las personas que acuden a la sede a pedir ayuda para mejorar y seguir con su vida, por lo que me parecía complicado, pedir a mis compañeras dar este paso.
Pero hemos podido llevarlo adelante y hoy me siento contenta.
Ya hemos tenido la primera reunión en los cinco barrios de la ciudad, y aunque no han sido muy concurridas, si ha habido muy buen ambiente y gente contenta.
Al principio todo cuesta, pero seguro que va a ser bueno. Incluso una vez creado el grupo y con trabajo es posible que entre ellos creen puentes y se relacionen.
A todas mis compañeras gracias…
