
Las emociones son innatas, alegría, tristeza, ira, miedo, sorpresa, asco, seis colores que pintan el lienzo de cada uno de nuestros días…
Pero a veces nuestras circunstancias personales las desordenan, las alteran, las magnifican, vuelven unas pequeñitas y otras enormes, nos hacen perder la perspectiva y nos desequilibran, convirtiéndonos en un barco que la tormenta de la vida zarandea y arrastra sin rumbo.
A veces esa vida nuestra es una mochila que se va cargando de problemas, de malas experiencias, de dificultades, llenándose más y más, volviéndose cada vez más pesada y difícil de llevar, tanto que ese peso parece imposible de soportar.
Entonces nuestro corazón se llena lluvia y todo se vuelve gris, el agua y el frío nos envuelven, las sombras confunden nuestros sentidos y no nos deja avanzar, estamos tan perdidos que no somos capaces de encontrar el camino de vuelta…
El Teléfono de la Esperanza en un lugar maravilloso, donde las personas que trabajan en él se acercan a ti y te escuchan, ayudándote a vaciar esa mochila, dándote fuerzas para soportar la carga de esa vida a veces complicada, pero que siempre, siempre tiene puerta de salida y ventanas que se abren y te inundan de nuevo el corazón de sol.