De no saber que cada momento es único e irrepetible diría que esta historia ya la he contado. Los protagonistas son grupo de personas interesadas en su crecimiento personal que se reúne en una sala del Teléfono de la Esperanza.
Juntas crean un ambiente de confidencialidad, respeto y escucha. La voz suave de Maite, las respiraciones profundas y el cruce de miradas cada vez más sostenidas van entretejiendo redes de confianza entre los participantes. Dejan espacio para las risas, también para las prisas.
El contenido del taller de habilidades sociales es muy interesante, desarrolla diversos aspectos como aprender a decir no, pedir, hacer y recibir críticas y elogios o mantener conversaciones. Utiliza como principal herramienta la asertividad, un estilo de comunicación que nos permite expresar de manera educada pero firme cómo nos sentimos y lo que deseamos, de forma que las dos partes ganan, sin olvidar el derecho de los demás a decir que no. Busca también minimizar conflictos.
El punto de partida es, una vez más, la toma de conciencia, como si esta fuera un súper poder que nos concedemos para hacer un paréntesis y detener el tiempo. Nos permite observar la situación desde fuera, y una vez que sabemos lo que queremos, buscar las palabras y el lenguaje no verbal apropiado, el tono adecuado y el mejor momento para responder.
No consiste en improvisar, más bien en practicar tanto como los mejores magos para que nadie nos pille el truco.
Por eso cuando termina el taller empieza la vida y es el momento de ir dando con decisión pequeños pasos que nos acerquen a nuestro objetivo, para no convertir un " lo intentaré" en un verbo de futuro indefinido.
¿Te has preguntado cuántas veces habrá practicado Nadal el revés cruzado? Confía y sigue.