sábado, 11 de marzo de 2023

sábado, 11 de marzo de 2023

Los monstruos

Vivir para contarlo
Ana Cristina López Viñuela

Aunque desde que me he hecho mayor no me atrevo a decirlo en voz alta, debajo de mi cama viven monstruos. No me molesto en buscarlos por la mañana, porque he comprobado que se hacen invisibles con el primer rayo de sol, pero en las noches más tenebrosas vienen a visitarme.

Miedo es un monstruo grandón y cobarde, que se crece cuando no encuentra resistencia, pero se achica y sale huyendo si se le planta cara. A veces me vocifera e intenta asustarme haciendo mucho ruido, pero otras se presenta con un talante muy intelectual y moderado, presentándome un “contra” para todo posible “pro” que se me ocurra. Sabe muy bien cuáles son mis puntos débiles y ataca con anticipaciones de desgracias improbables, o incluso inexistentes, que ponen en hipotético riesgo lo que me es más querido.

Como ya he dicho que Miedo no es muy valiente, suele venir acompañado de su pandilla de secuaces: Inseguridad y Vergüenza, jaleados por Exageración y Dramatismo, que aplauden cada una de sus fechorías y le dan alas: “Esta vez sí que es el fin del mundo”, “Ya no va a levantar cabeza”, “Si ya decía yo que no valía para nada”…

Cuando presto atención a sus cantos de sirena y actúo como un animal rumiante, pasando los pensamientos que me cuesta “digerir” de la boca al estómago y de allí otra vez a la boca para masticarlos de nuevo, pensando que así me resultarán fáciles de asimilar, al final se acaban haciendo “bola” y cada vez me resultan más costosos de tragar. Y se me van revolviendo las emociones al mismo tiempo que las tripas, hasta acabar con mi paz y mi salud, mientras me siento acorralada, débil e indefensa.

Para liberarme de su pegajosa influencia solamente preciso hacer acopio de valor para escupir lejos esos pensamientos limitantes que me torturan, o vomitar hasta expulsar su ponzoña del fondo de mis vísceras, sabiendo que no tengo por qué aguantar sus cadenas, ni resignarme a sus maltratos. Y sé que en ese empeño cuento con mi propio trío de “superheroínas”, llamadas Consciencia, Aceptación y Confianza, que no me dejarán sola ante el peligro. Ellas logran devolver a su verdadera dimensión las bravuconadas del Miedo y sus colegas, que parecen tan gigantescas en la oscuridad de la noche y tan ridículas a la luz del día. Y saben animarme con sus gritos de “Tú puedes”, “Ponte a ello y lo conseguirás”, “Eres valiosa”… Con su aliento me siento capaz de dar pequeños pasos en la dirección que mis entrañas indican que debo avanzar, sosteniéndome cuando vacilo y sujetando delante de mí la luminaria que me alumbra el camino.

Debajo de mi cama viven monstruos, pero no les temo porque estoy protegida por una energía más poderosa que ellos, llamada Amor. Donde hay autoestima, apertura, ilusión y esperanza, no queda sitio para el recelo y la turbación del espíritu.