
Hay muchas personas que entran en proceso circular en sus vidas en el que cuanto menos hacen, menos quieren hacer. No cabe duda de que si ponemos algún diagnóstico a esto lo llamaríamos “depresión”, pero os juro que cada vez me interesa menos en el ámbito de la salud mental poner etiquetas a todo y aún no saber cómo poder ayudar a alguien a salir de ese círculo vicioso.
Las teorías explicativas, al respecto, se enmarcan dentro de las siguientes hipótesis:
1) La persona nace así, dejada, perezosa, abandonada. “Es así”.
2) La persona desea hacerse daño y sufrir. Como decía Freud “tiene un impulso de muerte o Tánatos”.
3) La persona desea castigar a los que le rodean, frustrándolos.
4) Hay una ganancia secundaria, la persona obtiene una serie de beneficios con ese comportamiento y actitud: atención, escucha, no responsabilizarse de sí mismo.
Todos los planteamientos nos llevan a suponer que la persona NO QUIERE SALIR DE AHÍ. La última hipótesis, en el mundo científico ha sido la más plausible y yo mismo la he apoyado cientos de veces porque algo de verdad hay, la persona recibe cientos de estímulos del entorno por mantener esa conducta, también porque no afrontar las situaciones le conlleva no fracasar en ellas (miedo al fracaso), quedarse en la posibilidad de que quizás, si la hubiera afrontado, la hubiera sacado con éxito, luego, con esta ensoñación, quiere quedarse con una imagen de sí mismo de “posible ser exitoso”. Pero, es este último caso, bien es cierto que muchas personas, en este estado depresivo, si les muestran afecto o les dan unas palabras animosas, no creen en ellas, y, al no creer en ellas no tendrán tal valor compensatorio, reforzador o estimulador, por lo que no habría tal recompensa o ganancia secundaria.
No cabe duda de que toda la sintomatología que muestra una persona en estos estados, procede de una concepción errónea de la realidad, tanto de su realidad como ser humano, como de la realidad externan o situacional y de las realidades acerca de los demás. Por lo tanto, toda ayuda pasa por descubrir qué tipos de ideas, de creencias, construye esta persona y de que empiece a modificar toda esa retroalimentación deteriorante.
David Burns, en su libro “Sentirse bien” nos describe en una figura cómo sería un ciclo letárgico:

Sus pensamientos negativos le hacen sentirse desdichado, culpable, apático, triste, desesperanzado, inútil, angustiado, etc., cayendo en conductas contraproducentes de evitación y aislamiento, lo que, a su vez le lleva a reforzar su creencia de que es un perdedor, que no sabe, que es inútil, que no va a lograr nada, y de que no va a salir de la situación.
En el próximo escrito mostraré los tipos de interpretaciones que inducen a estas personas a mantener este sistema de pensamiento.
Un abrazo.
Hasta pronto.