
Este verano he de confesar que he visto mucho ciclismo en la televisión, es un deporte muy duro que me apasiona, aunque soy consciente de que es en el fondo es injusto para la mayoría de quienes participan en el pelotón
Muchos ciclistas poco conocidos se sacrifican para que su líder consiga ganar la etapa, coronar un puerto o vencer en la clasificación general de la vuelta, en resumen, llevarse la gloria.
Antiguamente las retrasmisiones eran mucho más cortas, se limitaban a conectar media hora antes y ver el final de cada etapa y como mucho entrevistar al ganador.
Hoy con más medios y tiempo son varias las horas de conexión que se efectúan y aunque algunos días son algo tediosas pues todo va en calma, otras suelen ser bastante entretenidas por los movimientos y escapadas en el seno del pelotón.
Hay una imagen que este año se me ha gravado especialmente en el recuerdo ya que refleja lo que yo entiendo como la realidad de un grupo humano y es ver cómo tras cruzar la línea de meta el líder, el ganador, el favorito de cada equipo, suele esperar incluso encima de su bicicleta a la llegada de sus compañeros y darle con un abrazo las gracias por el esfuerzo que han realizado para “su gloria”.
Esto antes no se retransmitía y quedaba en el olvido el esfuerzo del grupo, para su líder.
En esta sociedad donde mucha gente se pelea por ser el número uno, donde prima la apariencia, donde nos olvidamos con facilidad de quienes nos han ayudado, donde no valoramos como se merecen a la gente mayor, a los sectores básicos de la sociedad, a quienes desde la sencillez continuamente están colaborando, podríamos tomar ejemplo del comportamiento de los equipos de ciclismo.
Ahí lo dejo…