La mejor terapia es la vida
Esther Pérez
Psicóloga
De pequeña, me encantaba soplar el diente de león. Era algo irresistible para mí, como cuando veía un charco y saltaba en él, o me subía a las ramas de un árbol.
Esas cosas que hacíamos de pequeños simplemente por el hecho de disfrutar, porque estaban ahí, porque te lo pedía el cuerpo.
¿Qué nos pasa de mayores con la espontaneidad? Parece que es un terreno que pertenece a los niños.
Y... ¿¿si nunca dejásemos de ser niños… Y nos complacieramos más a nosotros que a los demás, volviéramos a conectar con nuestra esencia, activáramos la espontaneidad, la creatividad y el juego, y un tiempo y un espacio al día para hacer lo que realmente nos apetezca??