domingo, 12 de diciembre de 2021

domingo, 12 de diciembre de 2021

Cicatrices

Todo lo que das, te vuelve
Inma

Aquella mañana, sin ningún tipo de explicación cambiaría el rumbo de su vida.

A la vez que escuchaba como se alejaban los pasos de su dueña, mientras sus caminos se bifurcaban para siempre, el peso del mundo caía sobre sus delicados hombros. 

Se observaba allí abandonado y empezó a hacer un repaso una y otra vez de lo que falló. 

Repasaba cada abrazo y los encontraba todos perfectos, repasaba las veces que había rodado por el suelo sin una queja, repasaba las tardes de cosquillas y el día que le puso aquel extraño nombre tierno y cómico a la vez, Caricioso. 

No encontraba ninguna pista y en cada repaso se escurría un poco más hacia el abismo, sin querer ser lo que ya era: el protagonista absoluto de un espacio que le parecía hueco sin ella. 

Se sintió náufrago y forastero, sin faro ni mapa. Trató de identificar su territorio recién colonizado; debajo una papelera sustentaba su peso muerto y de paso le salvaba de una caída inminente, detrás una pared del color de los malos augurios con tantas cicatrices que quién sabe si también alguien la habían tirado allí como a él,  de frente la nada. 

Perdió la noción del tiempo, su mente se fundió a negro. Distraído observó en su cuerpo las heridas provocadas por otras pieles, al tocarlas comprobó que ya no sangraban tanto, eso le reconfortó. 

En ese momento se imaginó al soldadito de plomo que seguiría en su pacífica estantería y deseó tener su coraza y cambiar abrazos por arrojo,  sensibilidad por confianza. 

Algo que sabía que no iba a pasar, jugar a ser otro nunca funciona, sería mejor esperar. Pensándolo bien, sabía que la vida era una aventura y ahora tocaba estar de nuevo en el escaparate.