Con esto de las restricciones, he tardado casi ocho meses en volver a mi pueblo.
Tenía ganas de hacerlo, ya que es toda una vida la que me une a él, pero además porque la última vez que estuve en mi casa fue tras una considerable obra de mejora en ella, por lo que las preguntas referentes a goteras y nuevos desperfectos siempre han rondado por mi cabeza en este tiempo.
Solamente estuve tres días pero en el coche, de regreso, tenía le sensación de que no hubieran pasado tantos meses, era como si volviera del fin de semana anterior.
Igual me pasa con los buenos amigos, esos que se pueden contar con los dedos de la mano, esos que obligadamente llevo mucho tiempo sin disfrutarlos en la cercanía física.
No sé si os pasa como a mí, es reencontrarnos y parece siempre como si hubiésemos estado con ellos el día anterior, todo fluye, la cercanía, los gestos, las bromas, la complicidad.
Soy muy afortunado por tenerlos en mi vida y aunque el tiempo de estar juntos que nos ha robado la pandemia no se pueda recuperar, tratare de saborear con ellos el futuro que podamos compartir.
Ahí lo dejo…