Tener objetivos, metas a corto y/o medio plazo y retos a los que enfrentarse, nos ayudan a ponerle ganas a la vida.
Y justo en las épocas en las que nos cuesta seguir, es donde hay que cogerlos con fuerza.
Contrariamente a lo que pensamos, no hay que esperar a que un día nos entren las ganas, eso no funciona así, hay que moverse y empezar a planificar para que las ganas vayan viviendo poco a poco.
Uno de los retos que me han ayudado en varias épocas de mi vida y que sin duda realizaré más veces, es el Camino de Santiago. Una experiencia que puede ser de todos los tamaños. Adáptala a ti en este momento.
Lo que más me gusta es que el Camino te pone sólo en el día a día, sólo hay que pensar en caminar y el resto viene solo. Puedes hacer 10, 15, 20, 30 kilómetros cada día, busca tu ritmo. Hay muchísimos albergues y hostales en el Camino, lugares para comer durante las caminatas y desde luego paisajes maravillosos. Y mucha gente amable, abierta e interesante a la que conocer y con la que compartir etapa.
Para mí el camino ha sido y seguirá siendo un sitio muy especial al que volver y una oportunidad de reencuentro conmigo misma.
Busca objetivos que te saquen de tu zona de confort, porque es ahí, al otro lado, donde está el disfrute y algo nuevo esperándote.
Esta entrada se la dedico a una persona maravillosa y superluchadora. Gracias por tu ejemplo.