Todo lo llevamos dentro del teléfono portátil o teléfono móvil como solemos llamarlo: el banco, la tarjeta de crédito, la mensajería instantánea, la agenda de los familiares y amigos, el reloj, el tiempo, Internet con todas las posibilidades de conocimiento y consulta directa, las redes sociales, el navegador para llegar a los sitios más recónditos, la cámara de fotos, la cámara de vídeo, el correo electrónico, las tiendas para comprar, la radio, la música, la tarjeta del médico, la calculadora, la nube, los mapas del mundo entero, el parquímetro, la grabadora, la agenda con las cosas que tenemos pendientes…
Según el informe reciente 'Digital en 2020', alrededor de 43 millones de españoles se conectan diariamente a Internet y emplean casi 6 horas al día a esta actividad, mientras 29 millones de españoles utilizan cada día las redes sociales y permanecen conectadas a estas plataformas una media de 1 hora y 51 minutos al día. Una verdadera exageración, una pasada en mi opinión.
Es normal que si salimos de casa sin el aparatito te dé un ataque de ansiedad. Es que ya no podemos ir ni al baño sin él. Nos acompaña a todas partes. Lo primero que hacemos al levantarnos de la cama y antes de acostarnos es consultar el dichoso móvil. Esto nos convierte en verdaderos rehenes del ‘telar’, de ahí que haya tanta gente enferma, enganchada, intoxicada a esta tecnología, sobre todo entre población joven, que es la más vulnerable.
Recuerda que no hace demasiado tiempo, no más de 20 años, todos vivíamos perfectamente y sin problemas sin teléfonos móviles y me atrevería a decir que mucho mejor. En la era de las comunicaciones nunca antes estuvimos más incomunicados. Estamos demasiado ensimismados en las pantallas del móvil, la tablet y el ordenador. Aunque también hay datos esperanzadores que hablan de que el 29% de los españoles no utilizan las redes sociales.
Sea como fuere y aunque a ti no te afecte, aquí va el consejo de hoy para empezar a ‘despegarnos’ un poco del ‘bicho’. Comienza a realizar salidas de casa de forma consciente sin el teléfono (a dar un paseo, a hacer deporte, a realizar compras…), verás cómo no pasa nada grave, comprobarás que no has recibido ninguna llamada de esas de vida o muerte, ni habrás recibido un mensaje tan importante que no puedas gestionar con calma a tu regreso. No digo que de repente te tengas que desprender de una herramienta que yo también considero útil, aunque no imprescindible. Otra práctica aconsejable es ponerte horarios: por ejemplo, por la noche márcate un momento en el que vas a poner a cargar (descansar) el teléfono para que a partir de ahí ya no ‘recibas’ más información inútil. En el caso de las redes sociales, si las utilizas, ponte también un margen para no estar continuamente entrando y consultando likes, retuits, fotos, historias o vídeos graciosos.
Y quizá así le vayamos restando protagonismo poco a poco al ‘rey’ que parece que rige ya la mayor parte del tiempo de nuestras vidas.
Asín sea.