Una de las muchas enseñanzas que aprendí en el Teléfono de la Esperanza de León fue esta:
"Lo que no se verbaliza, se somatiza".
Y es que el cuerpo no miente, revisa tus dolores y contracturas y mira a ver qué no has dicho, que te has callado, que no has podido expresar.
Es tiempo de soltar, hablar y liberarte del dolor.
Otras veces en vez de somatizar, explotamos. Como yo le llamo "el síndrome de la olla a presión", tanto contenemos y callamos que llega un día en el que explotamos.
Y de repente pasa algo y es la gota que colma el vaso, y me voy al extremo de decir las cosas de hace un mes, un año, diez años... y estallo y lo digo de manera muy agresiva. Y daño desproporcionadamente al otro y a mí mismo.
Resuelve día a día tus asuntos pendientes. Sé asertivo, dialoga y expresa lo que sientes.