En estos tiempos raros actuales, he de confesar que encuentro en la cocina una de las válvulas de escape a mis momentos de tensión. En ocasiones cojo las cazuelas y en otras me relajo viendo canales o videos que tienen que ver con los fogones.
Me gusta la cocina tradicional, con ingredientes sencillos, y sin que el reloj me meta ninguna presión.
Conociendo esta situación, he recibido en estas Navidades el regalo de un interesante libro de cocina que con curiosidad y algo de respeto empecé a ojear nada mas tenerlo entre mis manos. Ya he hecho alguno de esos platos y aunque se pudieron comer, aun me queda mucho margen de mejora.
Reconozco que hay mucha gente que por el ritmo de vida que llevamos no puede dedicar, aunque le gustase, el tiempo necesario para cocinar rico y sano. También veo a cada vez mas personas consumiendo cocina industrial, precocinada y envasada, donde rara vez leemos la hoja indicativa de su contenido nutricional, grasas, calorías, conservantes, etc.
Por seguir un simil me planteo si estoy saboreando mi vida con la tranquilidad que se merece, con su tiempo para cada cosa, disfrutando cada momento, valorando los ingredientes que me da y empapándome de las buenas personas que me rodean, o por el contrario…
Ahí lo dejo…