
Soy una persona demasiado cumplidora de las normas y mandatos que rigen en nuestra sociedad, valoro la seguridad y tranquilidad que eso me aporta, pero soy consciente de que en ciertos momentos me encorsetan, y me limitan. Estoy aprendiendo a no ser tan exigente y a aplicar cada vez mas la tolerancia en este campo, empezando por mí.
Sin embargo, en la situación pandémica actual, compruebo que gente de todas las edades. pero en su mayoría jóvenes, incumplen sistemáticamente las normas de sanidad impuestas con el riesgo generalizado de expansión del virus que ello conlleva.
He de confesar que en la calle, al principio guardaba silencio ante la situación… “quien era yo para decirles nada habiendo autoridades….” además, veía que la mayoría de la gente también callaba.
Pero un día me animé, salte desde mis normas de inmovilidad y le recordé a una persona que no llevaba la mascarilla, la cara del increpado no me gusto, pero me resulto una experiencia liberadora.
Desde entonces lo he hecho mas veces, he recibido todo tipo de contestaciones algunas no agradables, pero lo importante es el sentimiento de tranquilidad que en mí se experimenta y mi humilde aportación a la salud colectiva.
No sé si habéis vivido esta experiencia pero…
Ahí lo dejo…