El tren de las emociones
Aroa
Mis viajeros, siento el retraso.
El virus nos descolocó los vagones... pero haremos nuestro trayecto por todas las emociones.
Los niños han puesto sus dibujos en las ventanas, así el confinamiento se hace un poco más ameno... un poco.
El primer dibujo que vi en una ventana me sacó una sonrisa, esa típica sonrisa boba que se te escapa sin querer. Pensé en su inocencia, en su capacidad de darle color a un mundo tan gris y de sacarnos una sonrisa a distancia, sin ni si quiera saberlo. Como cuando ibas por la calle y de pronto un niño te miraba y no podías evitar sonreírle. Ahora consiguen ese mismo efecto pero ya no hay niños por la calle, ya no hay nadie...
Poco a poco empezamos a salir, a respirar aire puro pero con miedo.
Ahora se ven niños al mirar por la ventana y junto con la primavera y el sol parece que todo ha pasado ya, todo menos el miedo, ese prevalece.
El aire nos da en la cara y se lleva el dolor,
parece todo más bonito que al mirarlo desde el balcón.
Sostenía la mirada fijamente en el espejo,
el tiempo había pasado, había un hombre viejo...
Sus arrugas declaraban la guerra a la nostalgia
pero sus ojos brillaban, aún tenían algo de magia.
Mientras su mente divagaba entre recuerdos ya lejanos
su sonrisa se escapaba, el tiempo se fue de las manos...
A pesar de todo en él no había tristeza,
se quitaba la mascarilla con algo de pereza.
Recordaba sus andanzas, sus amores, lo vivido...
valoraba la suerte que en su vida había tenido,
Le robaron la niñez, la salud y el mes de abril...
su nieto le llamaba a gritos, deseaba acudir.
Vamos abuelo, se fue el virus, aún queda mucho por vivir!