Todo lo que das, te vuelve
Inma
Tiempos extraños, te sientes extraño en la calle, esquivo con tus semejantes, raro en tu casa, a veces se cierran puertas buscando intimidad, otras veces estamos todos en el mismo espacio charlando sobre miles de planes para cuando salgamos, limpiamos, bailamos, hacemos bizcochos, aplaudimos.
Esta semana decidí volver a comprar el pan al quiosco de mi amiga Isa, donde voy desde hace años y siempre encontré una broma, una mirada cómplice, una piruleta en forma de corazón o si la cosa pintaba muy mal algún que otro abrazo, y me sentí rara, como si fuéramos extrañas en tiempos extraños, la frase de que el roce hace el cariño pierde fuerza entre guantes y mascarillas.
Salí, pensé en dar la vuelta a la manzana, algo de lo que durante años no pude disfrutar, el sol en mi cara me invitaba a soñar, sentí que era posible renacer, delante de mí iba una chica bien vestida, muy conjuntada, sin guantes ,ni mascarilla, parecía sacada de otra película, no de la mía de las últimas semanas de pijama y leggins.
Avancé, vi a una adolescente sentada en la ventana con los pies colgando para afuera distraída con el móvil, me paré en el semáforo, por costumbre, estaba en rojo, me entretuve haciendo la cuenta atrás 37,36,35...hasta que me di cuenta que no hacía falta esperar, no pasaba ningún coche.
Parecía una sonámbula, crucé, se acercó a mí un chico nervioso, me pidió dinero para comer, al minuto una mujer repitió la operación, quería un euro, me pareció suficiente, volví sobre mis pasos hacia casa mientras veía a tres militares caminando en mi dirección.
Tiempos extraños...