Testimonios de voluntarios
Marta
No se si a ti te está pasando, pero seguro que te ha pasado alguna vez, el tener un amigo o amiga íntima y especial con la que compartes tiempo, pensamientos y sentimientos de forma casi mágica, con la que te ves con asiduidad sin el más mínimo esfuerzo, con la que incluso aunque no quedes con ella, vas y te la encuentras. Parece que el universo pone todo de su parte para juntaros, para que podáis disfrutar estando juntas. ¡Que momentos tan dulces!
Y, de repente, dejas de verla y desaparece de tu vida. Aparecen múltiples inconvenientes espacio temporales y no se vuelven a dar esos encuentros, incluso el contacto telefónico se vuelve imposible. Todo esto sucede, desde tu vivencia, de manera inesperada, rápida, injustificada e incomprensible, no hay causa de ruptura ni explicación al respecto, solo hay silencio. Ahora parece que el universo pone todo de su parte para que no os volváis a juntar.
En este punto empiezan las preguntas ¿se encontrará bien?, ¿habré hecho algo que le haya podido molestar?, ¿será por mí?, ¿será por ella?, .... Las preguntas van acompañadas de dolor, un dolor cada vez más grande por ese vacío que ha aparecido, por la incomprensión, por la soledad y además, porque con quien más quieres hablar para desahogarte, no te escucha. ¡Que momentos tan dolorosos!
Somos seres que amamos y nos gusta que nos amen, por eso duele. Así que reconoceré este dolor tan intenso, en definitiva, está aquí ¿para qué negarlo?
Nuestros cerebros están diseñados para solucionar problemas y en este momento yo no tengo respuestas ni encuentro explicaciones, por eso estoy bloqueada. Seguro que es un buen momento para darme cuenta de que no todo tiene solución en este mundo y dar una vuelta de tuerca más a la palabra aceptación.
En definitiva... ¿Qué hacer?... Aprender.
¡Aprendamos! para que vivir merezca la pena. Busquemos qué nos puede enseñar este dolor para conseguir crecer con esta experiencia y salir fortalecidos de ella. ¿Cómo vivir esta realidad desde el amor? Agradeciendo a la vida y a nuestros ex-amigos, a los que podemos llamar a partir de ahora "amigos invisibles" por habernos regalado momentos deliciosos junto a ellos, en el pasado y ahora, por regalarnos estas experiencias de aprendizaje que nos brindan una ocasión única para conocernos y buscar dentro de nosotros nuestra mejor versión.