Todo lo que das, te vuelve
Inma
"Y una mujer que llevaba un niño en brazos dijo:
Háblanos de los hijos:
Y él dijo:
Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas del ansia de la Vida por sí misma.
Vienen a través vuestro, pero no son vuestros.
Y aunque vivan con vosotros no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis abrigar sus cuerpos pero no sus almas, pues sus almas habitan en la mansión del mañana, que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no intentéis hacerlos a ellos como a vosotros.
Ya que la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.
Sois los arcos con los que vuestros niños, cuál flechas vivas son lanzados.
El Arquero ve el blanco en el camino del infinito, y Él, con Su poder, os tenderá, para que Sus flechas puedan volar rápidas y lejos.
Que la tensión que os causa la mano del Arquero sea vuestro gozo,
ya que así como Él ama la flecha que vuela, ama también el arco que permanece inmóvil".
Khalil Griban
Durante bastante años cuando estaba enfrascada en la crianza de mis hijos tuve este poema pegado en la pared del pasillo, no estaba de acuerdo, más bien no lo entendía pero por algún motivo me gustó.
Ahora desde la perspectiva que da el tiempo me parece maravilloso y aplicarlo nos facilitaría bastante la vida.
Nos ayudaría a evitar el apego excesivo, la necesidad de control y protección que a veces se ejerce sobre los hijos, evitaríamos tantos mandatos que les inculcamos con la idea de que sean perfectos o cumplan las expectativas a las que no fuimos capaces de llegar nosotros, respetaríamos más sus deseos, les dejaríamos expresar sus sentimientos sin juzgarlos…
En alguna limpieza terminó en una carpeta pero no descarto volver a colgarlo y aplicarlo al resto de personas con las que me relaciono a diario, consciente de la importancia de respetar espacios tanto físicos como psicólogos.