Ventanas al sol
Ana Cristina Pastrana

Sus brazos,
sus brazos son dos olmos, colgados de la noche,
pariendo, entre carámbanos, calor de girasoles.
Sus manos,
sus manos golondrinas, amasando los reproches,
hilvanando, entre las ruinas, cataratas de ascensores.
Sus ojos,
sus ojos, tumbas ciegas, tumbas y tumores,
afilando los días donde repican los tambores.
Su vida,
su vida es un poema de azufre y sinsabores,
apuñalado, con el alba, por cuatro ruiseñores.