El tren de las emociones
Aroa
Mis viajeros bienvenidos al trayecto, ese que nos lleva por diversos pensamientos. Hoy partimos a un destino peculiar, en él os espera la persona en la que os voy a hacer pensar, esa que está en lo bueno y en lo malo, en la que piensas cuando el día se vuelve raro.
Y es que a veces se nos olvida. Se nos olvida todo lo importante, lo que importa de verdad... Recordamos las citas, las reuniones de trabajo, los chistes malos, donde hemos aparcado el coche... pero se nos olvida preguntar “¿qué tal?” a quien siempre nos pregunta...
Se nos olvida llamar simplemente por hablar, reír por reír y abrazar por abrazar.
Siempre descuidamos a quien más nos cuida.
Se nos olvidan detalles importantes, como dar los buenos días al despertar,
nos someten las prisas...
Queremos contarle cómo nos sentimos a quien no nos lo pregunta, a quien no nos escucha, pero no respondemos a quien sí.
A quien realmente quiere saber “¿qué tal?” le respondemos “bien” y no esperamos a saber cómo se siente él...
A veces preguntamos “¿qué tal?” sólo para que nos lo pregunten también,
el ser humano es intrincado...
Y como decía, nos olvidamos de lo que realmente importa, de quien realmente importa.
Cuando la lluvia nos moja la cara y acaricia nuestro ser,
mientras las lágrimas se mezclan con sus gotas a merced
y ese frío nos congela, adormece nuestro cuerpo,
su calor nos da cobijo sin necesidad de tanto cuento.
Sostenemos la mirada a quien abraza nuestros miedos,
sonreímos sin temor y compartimos nuestros sueños.
No hay problema que nos hunda ni tormenta que nos lleve
si tenemos a nuestro lado a esa persona que nos quiere
a veces no valoramos ese amor hasta que es tarde y eso… duele.