Observando la vida
ISPE
Los últimos años en mi trabajo hemos tenido bastantes incorporaciones debido al cambio generacional. Se han sustituido desde jefes a otros puestos inferiores en el organigrama.
Pasado un tiempo de convivencia con estos nuevos compañeros y recordando las distintas maneras en las que nos saludaron al ser presentados, entiéndase, dando la mano, unos besos, una pequeña charla mas o menos larga sobre su situación de llegada, me resulta fácil entender como reflejamos nuestra manera de ser, nuestro estado de animo, las ganas de relacionarnos, en momentos iniciales y básicos como es un simple saludo.
Según voy haciéndome mayor, noto que voy aprendiendo mucho del lenguaje gestual tanto del propio como del de los demás y valoro lo mucho que con él se puede ayudar aunque no seamos conscientes de ello.
La posibilidad de acariciar a los demás ofreciendo un gesto cercano, una sonrisa amplia, el tacto cálido, un guiño cómplice, un abrazo profundo, el tono de voz cercano o un beso desde el corazón, es un factor motivante en mi vida, pues sencillamente es amar.
El otro día mi pareja me hablaba sobre las caricias y me preguntaba si me gustaba más darlas o recibirlas, en menudo lio me metió.
Yo ya saqué mi conclusión, pero, no sé cual es la tuya.
Ahí lo dejo...