El rincón del optimista
Juan
Como siempre es un verdadero placer, un lujo, saludaros en Año Nuevo, estrenar año en este Blog para intentar dar buenos ánimos y traer un poco de esperanza allí donde falte. Y más en este año especial que parece doble, siamés, 2020.
Comenzaré diciendo que no estoy de acuerdo con la frase manida de ‘Año nuevo, vida nueva’. Entiendo que quiere decir que es el momento de hacer cambios, de emprender nuevos rumbos… por ahí van los tiros. Pero si antes de que comenzara el año ya estabas haciendo lo que querías, sobre todo si tu mente está tranquila y acorde con la vida que llevas, en realidad no tienes que tomar decisiones que cambien tu conducta, tu modo de comportarte. Como mucho puedes sentir algo de pena porque se acaben estos 12 meses, pero también es posible que estuvieras esperando que acabara porque se haya producido alguna ‘desgracia’ en su trascurso. Entonces le bautizarás como ‘Annus horribilis’.
Si lo piensas bien, entre el último segundo de 2019 y el primero de 2020 no ha pasado nada más que la uva número 12 por tu garganta, aunque estoy seguro de que te pasa como a mí, que se te han amontonado la séptima, la octava, la novena y empiezas el año mascando pepitas de unas uvas que comes porque es una entrañable tradición. Al este respecto te diré que desde que recuerdo esas uvas que como en las doce campanadas de la Nochevieja siempre son de las viñas que trabajo y que he conservado estos últimos meses en un cuarto a oscuras.
Pero tampoco te aconsejo que mantengas todo igual que en el año que dejas. Déjate contagiar por la solidaridad de la Navidad y en este año que empieza plantéate alguna obra buena como puede ser realizar una visita a algún familiar o conocido que sepas que vive solo, de los muchos que por desgracia hay. También vale la visita a algún enfermo o algún anciano de guardería. Le alegrarás durante un ratillo su existencia. Le llevarás esperanza.
Y ahora sí: ¡FELIZ AÑO NUEVO!
Asín sea.