ISPE

Cada mañana cuando voy a trabajar, cruzo mis pasos con la misma gente, les llamo “desconocidos familiares”, pues llevamos muchos años viéndonos día tras día.
A pesar de que soy una persona observadora, me cuesta a esas horas distinguir en sus rostros cual es el estado de ánimo con el que van a afrontar esa jornada, pues suelen ser caras neutras, frías, poco comunicativas. Me consuelo pensando que serán la consecuencia del madrugón y del trabajo semanal acumulado.
Un poco antes del inicio del verano ha aparecido una nueva integrante en mis encuentros matutinos, es una chica joven, pelirroja, de vestir cómodo y desenfadado que tiene una característica que aprecio mucho, ya que cada vez es más inhabitual, va silbando e incluso cantando sin llevar conectado ningún aparato musical y además, va sonriendo. Me transmite una agradable sensación de alegría, de positivismo, de ganas de vivir cada día con intensidad
Me puse a pensar con que rostro me visto cada mañana, si es realmente el espejo de mi interior, o es mi máscara para no mostrar mis sentimientos.
Me cuesta reconocer que mi vida, con sus altibajos, siempre me está ofreciendo muchas cosas buenas y estoy dispuesto a aferrarme a ellas para disfrutarla intensamente.
Por eso desde mañana tempranito, voy a sonreír, silbar y cantarle más al futuro y a las oportunidades que me ofrezca
Ahí lo dejo…