miércoles, 1 de mayo de 2024

miércoles, 1 de mayo de 2024

Adoptar

Yo y mi circunstancia
Juan

Un primero de mayo bien podría escribir sobre el trabajo, pero no me da la gana. Quiero reflexionar sobre algo sobre lo que llevo tiempo en mente: la adopción. Tengo que recordar inicialmente que lo que prevalece ahora mismo en nuestra sociedad es no tener hijos, sino mascotas.

Pues yo abogo por engendrar y criar animales de nuestra propia especie, aunque para aquellas parejas que, queriendo tener hijos, no pueden embarazarse debido a múltiples circunstancias, siempre queda el hermoso y solidario recurso de la adopción.

Vaya por delante que todas las parejas que conozco que han adoptado niños, ya sean bebés, párvulos, preadolescentes o adolescentes, no se arrepienten de haberlo hecho. No importa que la criatura sea extranjera o nacional, que sea sana o que tenga algún defecto físico-psicológico. También he conocido parejas que han tenido hijos biológicos y adoptados, y me cuentan que han querido y tratado a unos y a otros sin ninguna distinción. Un hijo adoptado es eso, un hijo, para lo bueno y para lo malo. En el momento que lleva tu apellido, da igual el tipo de sangre que corra por sus venas.

A parte de la gran satisfacción que esos padres adoptantes pueden sentir al ver resuelto ese ansia tan natural y digno como es la paternidad/maternidad, el gran beneficiado de este gran acto de amor es sin duda el niño. Si es extranjero (ruso, chino, vietnamita o peruano), habrá salido de una situación de pobreza extrema y de una ausencia prácticamente total de cariño; si es nacional, habrá abandonado una situación complicada de orfandad o dejará atrás la frustrante experiencia de una ‘calamitosa’ familia biológica de la que fueron arrancados por los trabajadores sociales. No es que tengan una segunda oportunidad en la vida, es que prácticamente vuelven a nacer en casi la totalidad de la expresión.

Quizá a lo único que se tengan que enfrentar, en el caso de aquellos adoptados extranjeros, es a una comparativa en el color de la piel o los rasgos del rostro, distintos a los de su escuela o su comunidad. Una minucia con respecto al naufragio que tuvieron que pasar hasta tener la suerte de entrar a formar parte de su nueva familia. No diré mucho de las adopciones monoparentales y de homosexuales, que las hay, porque creo que lo deseable es que un niño tenga un padre y una madre, pues me parece tan importante un integrante como el otro para el desarrollo integral de un menor.

Como bien sabéis, no dan el carné de padre en ningún centro de formación. Puedes leer al respecto o hablar con otros semejantes, pero recuerda que tanto si eres padre biológico como adoptante, aprenderás a ser padre como nos instruimos en tantos otros aspectos de la vida, sobre la marcha, improvisando. Seguro que apruebas a la primera.

Repito lo que dije en otras ocasiones, no soy psiquiatra ni psicólogo, no juego tampoco a serlo, sólo opino de lo que veo y lo que siento, como un simple observador de la realidad que me rodea, ‘yo y mi circunstancia’.

A todas las parejas que se han decidido a adoptar a una pequeña criatura, mis felicitaciones y todas mis bendiciones. También por descontado a quienes pueden y tienen hijos biológicos, aunque sea contra viento y marea, porque todos sus esfuerzos y desvelos les serán recompensados con creces.

Asín sea.