Una de las cosas de las que estoy más orgulloso en mi biografía es de tener buenos y grandes amigos, no millones como quería el brasileiro Roberto Carlos, ni los tropecientosmil que dicen tener esos muchachillos que se pasan todo el santo día metidos en las redes sociales, que de amigos tienen más bien poco. Presumo de tener amigos -el vocablo incluye al sexo masculino y al femenino, paso del lenguaje inclusivo- que considero fieles, incondicionales, inquebrantables. Son de esas personas a quienes llamas para echarte un cable o para participar en un sarao y que buscan tiempo, aunque no lo tengan, para sacarte del apuro o para complacerte y compartir penas y alegrías a partes iguales.
Pero dentro de esa amplia gama de amigos, hay un
concepto-palabro que me seduce muy especialmente: es el de ‘COMPAÑERO’.
Normalmente lo asociamos al trabajo, a la política o a los estudios, pero yo le
doy mucha más trascendencia. A quien llamo compañero es porque me ha encandilado,
me ha ganado de por vida, me tiene literalmente en su bolsillo para llevarme
donde quiera.
El término compañero etimológicamente parece que procede del
latín ‘cumpanis’ (cum panis), cuya traducción literal es ‘con pan’, quien
comparte el pan, que comen de un mismo pan, llegando hasta nosotros como
‘compañero’.
Al respecto del momento histórico en el que pudo originarse,
hay discrepancias entre quienes lo sitúa en ‘la Última Cena’ en la que
Jesucristo compartió el pan con sus compañeros de mesa (los doce Apóstoles) o
quienes apuntan a San Ignacio de Loyola, fundador de la orden religiosa de la
Compañía de Jesús en el siglo XVI. Otros expertos sitúan el momento en el que
se originó en los trashumantes y aquellos viajeros que compartían su pan con
otros, naciendo de ahí un acto de fraternidad y compañerismo haciendo ‘buenas
migas’, compartiendo el plato pastoril típico de Extremadura. De hecho, se
llama compañero a ese pastor, el siguiente en el escalafón al rabadán, que
dirige la marcha del ganado trashumante y conduce a los mansos o carneros que
encabezan el rebaño. Me identifico mucho con los pastores y sigo las enseñanzas
del Buen Pastor.
Voy a intentar darle relevancia a esta palabra con las
aportaciones literarias de escritores o cantantes que la han empleado en alguna
de sus creaciones:
·
‘Elegía a Ramón Sijé’, de Miguel Hernández,
dentro del libro ‘El rayo que no cesa’:
…
“A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero”.
·
‘Soy minero’, de Antonio Molina:
…
“Compañero,
dale al marro pa' cantar mientras garbillo,
que al compás del marro quiero
repetirle al mundo entero, yo
yo soy minero”.
·
‘Y sin embargo te quiero’, de Rafael de León:
“Eres mi vida y mi muerte,
te lo juro, compañero,
no debía de quererte,
no debía de quererte
y sin embargo te quiero”.
·
‘A mi buitre’, de Miguel Unamuno:
“Este buitre voraz de ceño torvo
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero
labra mis penas con su pico corvo”.
·
‘Vamos juntos’, de Mario Benedetti:
“Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero”.
Asín sea.