¿Verdad que tú también te has dado cuenta? Se han puesto de moda los perros y los tatuajes. Siempre hubo unos y otros, pero en estos últimos tiempos que vivimos es algo exagerado lo que han crecido estas tendencias que espero sean pasajeras, como toda moda. Tanto, que muchas personas deciden tatuarse la imagen de su perro en su propio cuerpo.
El caso del boom de los canes es llamativo. No sé si sabes que hay en España más perros que niños. Leí hace poco que, en términos absolutos, hay 6,6 millones de niños menores de 14 años y 9,2 millones de perros, casi 1,5 chuchos por cada párvulo. ¿Moda o tendencia? Influencia del lobby animalista o de los medios de comunicación manejados por los poderosos, lo cierto es que la gente joven prefiere tener y cuidar un perro a criar un hijo. Así de triste.
No hace muchos años se creó en nuestro país una secretaría general de los Derechos de los Animales. Un gran contrasentido. ¿Acaso pueden tener los animales derechos y no responsabilidades? De ese departamento gubernamental nació la Ley de Bienestar Animal que es un despropósito de obligaciones de los dueños hacia sus mascotas y que está provocando directamente el abandono de miles de perros cada día ante la imposibilidad de hacer frente a los gastos y requisitos que se han implementado de repente. ¿Sabías que se obliga a castrar a las mascotas argumentando que es para evitar que se pueda criar en casa con ellos, dejando ese suculento negocio para ‘algunos’ centros de cría autorizados? Repito, un sinsentido. Y las condiciones que se les imponen a los ganaderos para la cría de determinados animales en las granjas. Qué vivan como reyes y que mueran sin dolor. Mejor que pollo es que comas repollo.
Compruebo con pesar cómo la gran mayoría de estos perros viven en pisos de ciudad con la ‘gracia’ de sus dueños de sacarlos a hacer sus necesidades un ratito por la mañana temprano y otro por la noche. Más suerte tienen los canes de pueblo que pueden disfrutar de patios, corrales y campos en los que corretear y jugar a sus anchas. ¡Qué vida más perra la de un gato…! que dice un amigo. El compromiso de los ‘perreros’ es inquebrantable con sus fieles mascotas, eso está fuera de toda duda. Y hasta se hacen grandes vínculos de amistad entre quienes coinciden en los paseos y visita al ‘pipican’ del barrio. Bastante concienciados están, bien equipados para recoger los excrementos, no todos, pero menos prejuicios tienen con las meaditas que van dejando por esquinas y aceras con correspondiente hedor que perdura.
Y lo de los tatus, pues no lo entiendo, la verdad. Llámame carca-anticuado, pero taladrarse la piel para mostrar una rosa o un dragón y poderlo lucir en el gimnasio, piscina o playa de turno, no lo encuentro mucho sentido. Dicen que alrededor del 40 % de la población española se ha realizado por lo menos un tatuaje en su vida, siendo más los hombres que se tatúan (60 %) que las mujeres (40 %). España ocupa ya el sexto lugar a nivel mundial en personas tatuadas. ¿Aceptación social? ¡Anda ya! Esas personas que se marcan a fuego el nombre de su amor o su perro y que, pasado un tiempo, se esfuma el amor y se muere el perro, pero queda el tatuaje de por vida. En ciertos trabajos ponen pegas a quien tiene tatuajes a simple vista, por eso la mayoría se llevan ocultos. ¿Entonces? Brazo, pierna, espalda, pecho, cuello… No importa. Por curiosidad me he informado: precio medio por tatu, 140 aurelios.
Si mi abuelo levantara la cabeza… se volvía otra vez p’al hoyo, de fijo.
Asín sea.