miércoles, 7 de febrero de 2024

miércoles, 7 de febrero de 2024

Sedentarismo

Yo y mi circunstancia
Juan

Nos pasamos media vida tumbados mientras dormimos y la otra media sentados. Si hacemos caso a los consejos médicos, dormimos al menos ocho horas en el descanso nocturno y otra horita en la siestecilla reparadora. El problema radica en todas las horas del día que estamos sentados, bien por obligación (trabajo, alimentación, baño…), bien por voluntad propia mientras leemos, vemos la ‘teleadicción’, consultamos el móvil o atendemos nuestras relaciones sociales. Estamos parados muchas horas, demasiadas.

No sería necesario advertir que la falta de ejercicio físico es muy perjudicial para nuestra salud, sobre todo para la salud mental, para el coco. El temido sedentarismo hace tiempo que llegó a nuestras vidas para quedarse, por eso veo muy necesario combatirlo en la medida de nuestras posibilidades. Si no haces que el corazón se acelere un poquito moviendo el cuerpo de algún modo, ya sabes que a determinada edad puede llegar la obesidad y se acaban disparando los índices analíticos como el colesterol, los triglicéridos, etc. No repetiré la importancia que le doy a cuidar la alimentación, pues hace poco que escribí sobre ello.

¿Cuáles son las alternativas que tengo para cultivar un poco el cuerpo? Recuerda: ‘Mente sana, in corpore sano’. Lo primero y principal es sacar un tiempo diario o semanal para este menester, es decir, para ti. Quítate de trabajos-obligaciones y, aunque te cueste, olvida por un ratito a los demás para centrarte en ti mismo. Otro recordatorio:’ Tú eres el mejor amigo que tienes’. Mucha gente opta por el paseo diario, más o menos largo. Yo lo practico con muy buenos resultados. Esta caminata debe realizarse a un ritmo animado para que el cuerpo se tonifique, que el corazón se acelere un poquillo. ¿Duración? No menos de una hora diaria, no importa la estación del año. Si llueve, utiliza paraguas, que para eso se inventaron. Si hace mucho calor, utiliza las horas del día en las que el sol no esté arreando fuerte. ¿Excusas?, todas las del mundo, pero hay que ser pertinaz, serio y comprometido con la rutina.

Luego está el taichí, el pilates o el yoga. Yo he practicado el último y, como experiencia, lo veo bien, aunque depende mucho del monitor/a que hayas elegido. Las otras dos disciplinas reconozco que no las he practicado, pero sé que hay muchas personas que les va de maravilla. Lo que no suelo recomendar a nadie es salir a correr por un motivo esencial: el cuerpo se resiente mucho, tanto pies, rodillas, como el propio corazón que es sometido a un sobresfuerzo continuado nada recomendable, sobre todo a partir de determinadas edades. Esos que se apuntan a los maratones de más de 40 kilómetros me parece que no miden bien lo que hacen. Alguien dijo que correr es de cobardes, y corroboro esa teoría.

No me quiero olvidar del gimnasio. Hay quien se monta su mini-gim en casa con alguna pesa y algún aparato multifunción poco voluminoso. Perfecto. Para quienes no disponemos de espacio ni de dinero suficiente, optamos por ir de vez en cuando a uno público o privado. No concibo el gimnasio como el lugar al que superestimular los músculos en plan culturista y mirarse al espejo con cada serie. Eso me repatea. Para mí la gimnasia debe ser de mantenimiento, esa que no te deforma los músculos, pero que tras hacer los estiramientos posteriores y la obligada ducha te hace sentir especialmente despejado y tonificado, sobre todo de cuello para arriba.

Hago mía una frase que dice un hermano mío: “El cuerpo, a poco que lo cuides, te puede durar toda la vida”.

Asín sea.