Todo lo que das, te vuelve
Inma

Imagina que quieres hacer un viaje. Tienes mucha ilusión. Eliges el destino, haces la maleta y te montas en el coche. Te colocas el cinturón de seguridad, compruebas los retrovisores, enciendes la calefacción y esperas.
Después de varias horas empiezas a impacientarte porque el paisaje no cambia. Se te pasa por alto un pequeño detalle, sigues con el freno de mano puesto.
A veces cuando tenemos un sueño o una cuestión a resolver actuamos así.
Es difícil llegar a algún sitio o cambiar sin ponerse en marcha.