
El covid-19, junto al desempleo, la pobreza y la desigualdad social, la corrupción financiera y política y el crimen y la violencia son los cinco factores que más preocupan al mundo, según se desprende de una encuesta mundial reciente elaborada por una empresa francesa. Me llama la atención que en el primer lugar se haya posicionado el ‘bichito’, elemento que ha servido de fábula a algunos para infundir miedo entre la población a nivel planetario, aunque más que miedo, habría que decir terror o pavor.
Baste con salir a la calle para ver que hay gente que sigue utilizando el cubrebocas por miedo a contagiarse, a pesar de no ser ya obligatorio, ya no te digo en centros médicos, hospitales y transporte público donde ha quedado esa sensación de peligro total. Gracias a que todos estamos tan aterrorizados, no dudamos en seguir haciendo cola para que nos pinchen en el brazo ‘lo que sea’, tantas veces como nos lo aconsejen las ‘autoridades sanitarias’, sin pararnos detenidamente a pensar si no estaremos simplemente alimentando la vaca de las empresas farmacéuticas, y que esa mal llamada vacuna, más que protege nuestra salud, nos esté aportando sufrimiento. A estas alturas de la película, con casi tres años de experiencias a la espalda y tantas burdas mentiras y contradicciones, muchos lo tenemos claro o al menos dudamos de todo este tinglado/montaje. Lo vemos y vivimos en carne propia, pues son ya demasiado casos cercanos (esto no sale en la tele) de muertes repentinas y de enfermedades graves que aparecen tipo ‘exprés’ entre quienes se pusieron ‘ese líquido experimental’ en el brazo. Quien no lo quiera ver así, quizá simplemente sea un ciego voluntario.
Y el sentido común me lleva dar un paso más. ¿Qué se consigue con tener a la gente atemorizada? Lo que se quiera. Todo. Nos secuestraron en nuestras casas durante tres meses, pudiendo ir al estanco y al súper, pero no a trabajar ni a los bares. Y todos lo dimos por bueno en favor de nuestra salud. A partir de ahí, lo que les dé la gana a quienes dirigen todo este cotarro. No sólo se logró que los gobiernos de todo el mundo compraran dosis de vacunas por millones, endeudándose hasta lo indecible, sino que estamos viendo que también se pueden subir de forma vergonzosa y desorbitada los precios de los alimentos (lo del aceite es sólo punta del iceberg), combustibles, electricidad y demás bienes de primera necesidad. Y todo ello, sin un ruido en la calle, sin ningún tumulto, con los sindicatos de clase calladitos, sin la muerte de ningún político o autoridad que permite todo ello y lo alienta. Nos quieren pobres y en silencio, y lo han conseguido, ya lo creo que sí.
Cuando leo alguna información (el ‘terrodiario’ no lo veo por prescripción facultativa), destacan ahora las huellas de esas guerras declaradas supuestamente por motivos religiosos (Israel-Palestina) o territoriales (Rusia-Ucrania). Desolador, sí, pero a mí me da por imaginar cómo se estarán frotando las manos, enriqueciéndose a manos llenas, quienes provocan estos conflictos y los que están por venir, pues son los más interesados. Hablo de las grandes empresas armamentísticas. Preocupados estamos por toda esa violencia, pero imagino que no tardando mucho entrará también en esa lista de los cinco factores principales el cuento climático, perdón, quería decir el cambio climático. Ya se encargan de metérnoslo cada cinco minutos en la sesera para poder seguir restringiendo más libertades, esta vez de movimiento. Muy pocos somos los que creemos e investigamos sobre la manipulación climática con la ayuda de alta tecnología militar. Llámame negacionista, no me importa, pues es cierto que me niego a que me sigan engañando.
Grandes empresas, monopolios, oligopolios, multinacionales, los grandes capitales en manos de personas que compiten por subir escalones en la lista Forbes de los más ricos del mundo. Son ellos quienes juegan con nosotros, pobres marionetas mortales, sin que podamos ni siquiera quejarnos de nuestras desgracias, más allá que en la barra de un bar o de las redes sociales, donde nos refugiamos y pasamos la mitad de la vida intentando olvidar que el presente está muy jodido y que el futuro es realmente más incierto que nunca.
Por una vez y que sirva de precedente… Asín no sea.
PD: Feliz Día de Todos los Santos.