
Hoy, 15 de noviembre, se celebra el Día Mundial sin Alcohol, una efeméride promovida con la finalidad de concienciar a la población acerca de los daños físicos y psicológicos que ocasiona el consumo de este tipo de sustancias en nuestro organismo, además de las consecuencias sanitarias y sociales. Es muy importante fomentar la responsabilidad en el consumo de alcohol, especialmente en los jóvenes, más cuando los adultos solemos tratar este tema con bastante frivolidad.
El alcoholismo fue considerado enfermedad en el siglo XX, siendo la principal causa de las 3,5 millones muertes cada año, debido sobre todo a los accidentes de tráfico que ocasiona, además de los traumatismos y discapacidades correspondientes. Parece más que demostrado científicamente que el consumo excesivo de alcohol ocasiona riesgos y consecuencias para la salud, además de trastornos físicos y mentales, tales como dificultades de memoria, enfermedades cardíacas y del hígado, distintos cánceres, aumento de la tensión arterial, accidentes cerebrovasculares, irritabilidad/violencia, dificultades de erección en los hombres y hasta daños al feto durante el embarazo. Por el alcohol también es más o menos fácil llegar al suicidio.
Los factores que inciden en el hábito del consumo de alcohol son diversos: depresión, baja autoestima, necesidad de autonomía, evasión de la realidad, aceptación, presión social, entre otras causas. El problema es que el consumo de alcohol desde una edad temprana, al igual que lo es también del tabaco, es una práctica social permitida y no mal vista en algunas sociedades.
Los efectos nocivos que implica consumir alcohol en gran cantidad son más que evidentes. La pregunta es la siguiente. ¿Nuestros gobiernos hacen lo suficiente por evitar este problema? Igual que con el tabaco, yo creo que no, ya que están los impuestos de por medio. ¿Se restringe la venta de bebidas alcohólicas a menores de edad, se realizan campañas educativas y de concienciación acerca de los riesgos y consecuencias del consumo de alcohol o se dan alternativas a la población para el acceso a tratamientos asequibles para el tratamiento del alcoholismo? Me da que no lo suficiente.
¿Y yo, qué puedo hacer ante el consumo irresponsable de alcohol? Primero es predicar con el ejemplo. Si tomo alcohol, que sea de forma controlada, sólo en comidas y de forma limitada si alterno con la familia o los amigos. Se trata de no perder el control, de no sobrepasarse, y así no daremos pie a que nos imiten o se contagien de nuestra actitud, más si hay menores de edad en ese entorno. ¿Y frente a los demás? Pues no incitar a su consumo y seguir concienciando siempre que podamos acerca de los riesgos y consecuencias del consumo de alcohol.
Asín sea.