El fin de semana pasado acompañé a mi padre al huerto para ayudarle a recoger las últimas patatas.
Mientras abría el candado me dijo: el huerto me ha dado mucho trabajo, es la verdad, pero aquí o estás vivo o estás muerto, para estar a medias no merece la pena.
Mi padre tiene 90 años, camina muy despacio apoyado en un bastón y si no le has visto cavar, plantar ni regar, te costará creer todo lo que es capaz de hacer poco a poco.
Su ejemplo confirma que tener un propósito es clave para mantener la ilusión.
Ahora que arranca un nuevo curso con la sensación de que al verano le han robado días, es buena ocasión para matricularnos en lo que nos guste, agendar nuestras metas y recordar que la vida son etapas, por eso los niños eligen mochila nueva para cargarla mientras que los adultos pretendemos aligerar la nuestra, las espaldas ya no aguantan como antes.
Creo que pasaré por una papelería en busca de unos subrayadores para diferenciar lo importante de lo urgente, una libreta, bolis de colores y una goma por si hay algo que borrar.
Encantada de compartir pupitre y patio con vosotros un año más. Todo lo que das te vuelve. Seguimos.