
Apagamos todo para dormir, pero hay una cosa que no logramos apagar: nuestra cabeza, que parece ir más rápido que todo lo demás.
Cosas que hicimos, que no hicimos, que tenemos que hacer o que no invaden nuestra mente. Siguiendo con la temática de ayer, Pasado y Futuro parecen acordar para impedirnos algo en el presente: DORMIR
Y si bien hacer ejercicios de respiración u otras prácticas relajantes pueden aliviar la tensión, a veces eso no alcanza y esto tiene un porqué, y es el MOTIVO por el cual hacemos lo que hacemos.
Tomemos como ejemplo que en esos momentos intentamos meditar. Si meditáramos por la sencilla razón de querer meditar, es decir, de conectarnos con nosotros mismos y desconectarnos de lo demás, probablemente la cosa fluya y consigamos relajarnos. Sin embargo, si lo hacemos con el objetivo de relajarnos para dormir, entonces se convierte en OTRA TAREA MÁS PARA HACER, algo más en nuestra cabeza. Esto, en lugar de reducir la tensión, la aumenta al generar más cargas o tareas pendientes.
Cuando se realizan ejercicios de meditación, una de las pautas más importantes es dejar “que la cosa fluya”, no intentar doblegar nuestra mente obligándola a pensar “tal cosa” o dejar de pensar “tal otra”. Esta pauta la podemos trasladar al intento de dormir: si hacemos cosas para obligarnos a dormir, solo generamos más presión que nos impedirá dormir.
Pero esa pauta, incluso podemos extenderla a otros órdenes de la vida, como por ejemplo en las relaciones sexuales cuando hay alguna disfunción y la presión termina siendo contraproducente; o bien en situaciones de estrés donde nos sobrecargamos intentando hacer TODAS las cosas y HACERLAS BIEN, provocándonos estrés que a su vez se convierte en un obstáculo para poder seguir cumpliendo, lo que nos estresa aún más por intentar aliviaran nuestro estrés inicial. El famoso círculo vicioso.