miércoles, 29 de marzo de 2023

miércoles, 29 de marzo de 2023

Amigos

Yo y mi circunstancia
Juan

Están tan equivocados los que cuentan los amigos por los que les aparecen en las redes sociales. Lo sé por experiencia. Durante 12 años creí de verdad tener muchos amigos porque veía crecer la lista de Facebook (Instagram o Twitter).

Los jóvenes caen más fácil en esa red trampa, pero nadie estamos exentos de ‘picar’ en el cebo. Yo estuve hipnotizado hasta que desperté para convencerme de que todo era un gran engaño, sutil pero engaño, siempre pendiente de ‘subir’ aconteceres y fotos, atento a los ‘likes’ o ‘me gusta’… Por eso tomé la  decisión de ‘quitarme’ de golpe de las redes, de dejar de exhibir todo lo que hacía o veía como un verdadero gilipollas, mirando la vida siempre a través de una pantalla para publicarlo inmediatamente. Me estaba perdiendo lo mejor de la vida. Ahora empleo los seis sentidos sin filtros ni artificios. Mi vida ha cambiado, ya no depende de una pantalla.

La familia no se elige, te viene impuesta. Te puedes llevar mejor o peor con algunos de sus miembros o, simplemente, no llevarte. Pero afortunadamente los amigos se eligen, casi siempre son fruto de la casualidad (estudios, vecindad, trabajo…), o quizá sea algo más que la casualidad (gustos, infancia, afinidades, aficiones…).

Los amigos de verdad siguen siendo los de siempre, los que se cuentan con los dedos de la mano, los que se interesan por ti cuando pasas por dificultades, los que te llaman cuando son a ellos a quienes les aprieta un problema y los que acuden sin vacilar a la convocatoria de una fiesta con la simple excusa de un almuerzo o una cena en la que celebrar la vida con un par de brindis con vino rico de por medio. Casi siempre dispuestos. No trato de ninguna manera de invitar a la bebida ni hacer apología del alcoholismo. Pero quiero añadir un brindis que aprendí hace poco tiempo y que me gusta mucho: “Cuando estemos entre amigos, acordémonos del vino; cuando el vino esté presente, acordémonos de los ausentes”.

La amistad hay que engrasarla para que no se oxide con la amenaza del olvido. Yo soy de esos a los que le gusta organizar ‘quedadas’, no importa el lugar ni el motivo, o llamar a esos teléfonos que han quedado retrasados en el listín para preguntar qué tal va la vida sin saber si la respuesta va a ser que bien (por cortesía), mal (por sinceridad) o ambas, porque nunca es todo en blanco y negro, sino de un gris difícil de indefinir. Yo prefiero el color, esos colores vivos, alegres, cálidos como el rojo, el verde, el violeta o el amarillo que alegran la vista y visten los ojos de primavera recién estrenada. Confieso que me sigue encantando el arco iris cada vez que lo veo (completo, parcial o doble), aunque no me identifique con el colectivo que se lo ha apropiado.

Si me encuentro con algún amigo que hace tiempo que no veo nos ponemos al día y antes de la despedida me suelen decir eso que queda tan bien de: “Pues a ver si nos llamamos y quedamos para tomar algo”. Yo respondo: “…pues el martes o el viernes por la tarde no tengo nada que hacer, ¿si quieres?”. Ahí nacen las excusas: “pues es que tengo que ir a visitar a mi madre o el chaval pequeño va a clase de piano… Ya te llamo yo si eso”. No habla desde el corazón, es puro formalismo de protocolo. Pues a ver si nos volvemos a ver el año que viene o dentro de 20 o nunca. Y si un día para mi mal viene a buscarme la parca…, parafraseando a Serrat, “ten amigos para esto”.

Confieso que una de las cosas con las que más disfruto en la vida es la de compartir con amigos el vino que yo mismo elaboro de mis propias viñas, que mi trabajo me cuesta, con algo de manduque. También con los amigos de mis amigos, que son mis amigos (otra canción). Para mí, ambos conceptos, amistad y enología, van muy unidos. Por supuesto que hay personas que no soportan el vino, que lo repudian, pero saben torear la circunstancia. Respeto total. Yo quiero ser sincero: si llegado el día tuviera que elegir entre beber agua el resto de mi vida o beber vino hasta que Dios quiera…, hablaría seriamente con Dios para recordarle que el 86% o más del vino es agua. Lo importante es estar hidratado, sin exceso, para que las conversaciones con los amigos sean fluidas y sobre todo sinceras.

Asín sea.

PD: ¡Felices 22, querido hijo Darío!