
No estoy pensando en las sirenas del mar que se dice que encantan o encandilan a los pescadores. Pienso en las sirenas de las diferentes policías y sobre todo en las de las ambulancias. Ha ocurrido un suceso: pelea, atraco, accidente, incendio o enfermedad gravemente sobrevenida. Los viandantes que tranquilamente caminamos por las aceras no podemos por menos que pensar en alguien cuya vida está en serio peligro o que haya fallecido ya.
Trabajo en un edificio por donde las ambulancias pasan justo al lado para ir al hospital de la ciudad. Este sonido estruendoso y agudo que supuestamente se acciona para que los demás vehículos se aparten y dejen paso, mete el estrés en los cuerpos de quienes ya estamos de sobra estresados, pero sobre todo crea preocupación y miedo entre la gente. Estás concentrado en tus cosas o en tu trabajo y no es que distraigas, que también, sino que la mente se va de repente a la negatividad, al dolor, a la enfermedad, a la muerte.
Una vez me dijeron que los primeros días del confinamiento en marzo de 2020 daban órdenes a las ambulancias para circular sin enfermos pero con la sirena a todo trapo. ¿Para qué? Exacto, lo que sospechas, para infundir miedo, al igual que salieron vehículos militares a la calle cuando era un estado de alarma, no un golpe de estado. ¿O quizá fue lo segundo? ¿Qué no te lo crees? Piensa mal y acertarás.
Siempre he creído que la policía, los bomberos y las ambulancias, servicios de ayuda muy necesarios en la sociedad, eso no lo pongo en duda, sólo necesitarían las señales luminosas para hacerse ver y, como mucho, un pequeño toque de claxon como hacemos el resto de conductores con el que tenemos delante del semáforo que se ha quedado ensimismado mirando los mensajes instantáneos de su teléfono portátil. ¿Qué todos ellos salvan vidas? Claro que sí, pero también juegan con la salud mental del resto de los mortales que necesitamos un poquito más de paz en ciudades que son pura locura.
Reconozco que el estruendo de la sirena me saca de quicio, por eso, cada vez que tengo oportunidad, me largo para el pueblo donde el único ruido lo ponen los gallos, los perros y los burros de cuatro patas. Bueno, los tractores modernos también queman gasóleo con sus grandes motores de explosión, pero ya ves, este ruido lo asimilo mejor, no me estresa casi nada de nada, ni aunque lo tenga que conducir un servidor.
De los pijos de las motos que aceleran a todo gas sin el escape para que mires para ellos… de estos casi mejor no hablamos hoy.
Asín sea.
PD: Feliz día de la Hispanidad y felicidades a las Pilares, a las Pilis y a los encofradores que hacen los pilares de las casas.