Mindfulness ha entrado en mi vida; se ha ido introduciendo poco a poco y ha llegado hasta el sitio justo para despegar y permitirme avanzar por todos sus caminos.
Esto ha supuesto para mí una experiencia muy significativa a pesar de su gran exigencia. Si de verdad quieres introducir esta forma de plenitud en tu vida diaria, parar, sentir, respirar, ser y estar, todo eso nada más…, y nada menos.
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El taller de Mindfulness me está ayudando a vivir cada día de modo más intenso y en profundidad viendo las cosas como son, captando mejor sus matices, y sin querer cambiarlas o adaptarlas a lo que quiero.
He adquirido técnicas y rutinas que me están permitiendo adueñarme de mi atención, saberla dirigir al momento en el que vivo menguando las distracciones, y al ser más consciente, responder desde la libertad de elección en vez de desde mis patrones aprendidos.
Te agradezco Carmen tu pasión y dedicación a este taller y a todos los compañeros por su implicación y deseo de vivir en plenitud.
Un abrazo.
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Abrí las ventanas de mi casa y una suave brisa se introdujo en la estancia, recorrió todo el espacio, noté su suave caricia en mis pies, abrazándome los dedos y una leve estela que acariciaba mis piernas, mi cuerpo reaccionó y se puso en alerta como esperando algo que de forma alguna le ponía en guardia, respiré profundamente, cerré los ojos y dejé que todo ese aire me tomara llenando cada uno de los poros de mi piel, cada una de las hendiduras y orificios de mi cuerpo, sentí que estaba vivo, tomé aire nuevamente, lo mantuve y poco a poco fui exhalando hasta quedarme sin nada dentro, sentí mi corazón con sus latidos, cada miembro de mi cuerpo apoyado y bien sujeto, mi cabeza vacía de pensamientos, permanecí ahí por tiempo, me sentí embriagado y cuando todo hubo pasado me abracé suave mente poco a poco abrir los ojos y observe, la suave brisa había dejado en la estancia un agradable olor y en la penumbra de la estancia pude leer benevolencia.