
Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo
Eduardo Galeano
Cierre de temporada equivale a apertura de agradecimientos. En primer lugar mi agradecimiento a las personas que coordinan el blog por darme la oportunidad de participar de nuevo en esta sección del blog que no para de demostrarme que la vida es un boomerang, porque todo lo que das te vuelve.
A punto de cumplir el primer año como voluntaria he tenido la suerte de apoyar al Teléfono de la Esperanza en varios eventos. El día internacional del suicidio. El Día del voluntariado y La feria del voluntariado. El día de la charla a favor del Teléfono de la Esperanza de Rafael Santandreu. Recuerdo con especial cariño el día del concierto de Navidad en el Auditorio, en el que Ana Agúndez se convirtió al darme la mano en la imagen de lo que para mí representa el Teléfono, apoyo, unión y esperanza.
Agradezco también a todas las personas que seguís el blog, a los incondicionales y a las nuevas incorporaciones. En mi caso, en un principio el motivo de juntar letras era hacer autoterapia, pero al compartirlas siento que mi vida se enriquece y se multiplican los efectos y los afectos.
Agradezco la oportunidad de publicar cada dos meses un artículo en la sección de salud del Diario de León, cualquier oportunidad de poner la salud mental en el mapa de la actualidad es bienvenida.
No puede faltar mi agradecimiento a Ana Cristina López Viñuela, compañera de blogs y mucho más, por dejarme seguir de cerca el proceso de creación de su libro Como la vida misma. Reflexiones para vivir conscientemente. Compartimos dudas, nervios, mucha ilusión, la cuenta atrás y por supuesto la cuenta adelante. A Juan Fernández Quesada, por el libro Reflexiones para vivir la vida y por ser fuente inagotable de conocimiento, cariño y aliento. Compartir mesa en la presentación de su libro fue un regalo.
Agradecimiento especial para Ángel por su paciencia hasta el infinito y más allá, recordándome cada semana que se acercaba el domingo y le faltaba mi artículo. De la velocidad a la que pasa el tiempo hablaremos otro día…
Aunque no conviene etiquetarse, puedo decir que ser voluntaria del Teléfono de la Esperanza es a día de hoy mi mejor carta de presentación. Llegué en un mal momento personal, me formé buscando superar mis limitaciones, en el camino conocí personas que siguen en mi vida, y me quedo por convicción. Creo profundamente en este proyecto del que me siento una más y animo a todo el mundo a que lo conozca y participe.
Feliz verano, os espero a la vuelta, ya sabéis que paso lista. Salud, amor, sol y mucha esperanza para todos.