Un sentimiento desagradable es una señal de cambio interior.
¿Por qué nos dan dado un paquete emocional más desagradable que agradable? De las seis emociones básicas: alegría, miedo, asco, sorpresa, ira y tristeza; la mayoría son de desagrado (y no digo “negativas”, porque ninguna lo es). Pues porque tienen un carácter de orientación o de fuerza impulsora en los estados críticos, en las adversidades, en los conflictos, en los problemas, en las complicaciones. Constituyen una motivación para corregirnos hacia un comportamiento más adaptativo ante la situación surgida, siempre y cuando, no pongamos obstáculos o resistencias hacia él.
Una de las cosas más interesantes a analizar en nuestra actitudes y conductas, es ver los beneficios o dividendos que nos aportan. Por ejemplo, en la culpabilidad dirigida hacia fuera, achacamos la responsabilidad de todo lo que nos ocurre a lo exterior: “Hoy no he salido porque mira como está el tiempo”. “No puedo disfrutar de la música porque el sonido continuo me aturde”. “No pude estudiar una carrera porque mis padres no tenían con qué pagármela”. “No he encontrado trabajo porque es muy difícil encontrarlo”. “No atraigo a nadie porque ¿quién va a querer fijarse en mí?”. “No viajo porque los aviones son muy inseguros”. “No me reúno con nadie porque este virus me va a matar”. “No tengo muchas amistades porque todas van a lo mismo”. “No voy de vacaciones en verano porque yo no aguanto el sol”.
Como observamos, ponemos excusas a todo: al tiempo, a lo alto del sonido, a lo que no pude hacer antaño, a las dificultades de hallar un trabajo, a mi cara, mi tipo, mi personalidad, a la inseguridad de los aviones, a los virus, a como es la gente, al sol, ¿a qué más?
¿Cuáles son tus excusas para no hacerte cargo de ti mismo/a?
Si te dejas impulsar por la energía que la emoción desagradable está tratando de darte en el sentido de dejar de sentir lo que estás sintiendo ahora, y buscando acciones y situaciones nuevas que te hagan salir del estado crítico, tu mente te llevará, intuitivamente, a explorar nuevos ámbitos. Sal de la zona de comodidad, de la zona segura. Lo desconocido no es inseguro. Eso es lo que te hicieron creer, que aquello que se desconoce es peligroso. En el mundo hay muchos bellos seres y muy poquitos asesinos. Hay muchas personas dispuestas a ayudar y pocas dispuestas a poner zancadillas. Son sólo nuestros miedos los que nos ahogan.
Párate un poco a reflexionar sobre tu vida. ¿Te gusta tu vida? ¿Cómo te sientes en relación a ella? ¿Qué cambios harías en este momento? ¿Qué primeros pasos podrías dar en ese cambio? Plantéate cosas sencillas inicialmente. Vete observando la luz que empieza a aparecer en tu mente. No te exijas en demasía, tan solo haz cambios disfrutándolos. Si ves que te paralizas, pregunta, indaga, busca respuestas, sin agobios. No tienes nada que perder y todo por ganar. Experimenta la emoción que te embarga el saberte liberado/a de miedos. Pregúntate: “Si no tuviera miedo a…. podría hacer……”. ¿Qué podrías hacer o lograr?
Cualquier adversidad o problema, deshazlo en partes más pequeñas y acomete las que te sean menos dificultosas, vas a ir encontrando respuestas a las restantes.
Describe cómo te vas sintiendo en cada momento y en cada paso. Busca una persona con quien puedas compartir estos diálogos y sentimientos.
Recuerda que toda tu vida ha sido ir afrontando cosas y has llegado hasta aquí. No digas: ¡No puedo! Di: ¡Me va a costar, pero lo voy a hacer! Busca siempre verbalizar tus miedos y sensaciones. Compártelos. Compartir es quitar el cincuenta por ciento o más de la carga. No estás solo/a, simplemente te has olvidado de que hay voces amigas.
Lo crítico no es crítico, es un Cristo que aparece para salvarte y ayudarte.
Gracias por escucharte.