domingo, 21 de febrero de 2021

domingo, 21 de febrero de 2021

Notas del alma

Todo lo que das, te vuelve
Inma

La melodía estridente de la alarma se mezclaba con el ruido de la lluvia golpeando el suelo y salpicando el cristal de la ventana que daba a un patio interior descuidado y lleno de telarañas.

Claudia alargó el brazo y la apagó mientras pensaba en desprogramarla para siempre.

Cuando ya había perdido la cuenta de las veces que había pospuesto el momento de levantarse se incorporó pesada; la falta de movimiento de los últimos meses la estaban convirtiendo en una especie de Moby Dick.

Se calzó unas chanclas de un color difícil de describir en la escala cromática, caminó por el pasillo largo decorado con algunos cuadros que para ella guardaban gran valor sentimental.

En el medio del pasillo tenía colocado un espejo con el marco de marfil, le encantaba el marfil. Se detuvo un instante, el espejo le devolvió el reflejo desastroso que resumía en lo que se estaba convirtiendo su truculenta vida.

Mientras se miraba escuchó que desde el piso de arriba llegaba una música de violín; era alegre, lo que hizo que su estado de ánimo empezará a cambiar y lo decidió: sí, se iba a convertir en una gran violinista.  Ara Malikian a su lado iba a parecer un principiante; la idea le provocó una pequeña sonrisa al pensar que los pelos ya los tenía iguales; era un buen comienzo, ya casi no recordaba esa sensación.

Pidió un violín por internet, no había tiempo que perder.

Al día siguiente se despertó antes de que sonara la alarma. Estaba emocionada, buscó información sobre el violín y, con David Carrer sonando a todo volumen esperó.

A media mañana llegó su pedido. Se sentó en su sillón favorito tapizado en tonos ocres y con la cara de sorpresa del que no sabe lo que va a encontrar dentro de la caja, la destapó; en su mente empezó a sonar la partitura perfecta mientras acariciaba su superficie.

Decidió pasar a la acción, apoyó la barbilla en la mentonera, colocó el arco, cerró los ojos y un sonido horripilante desencadenó una carcajada estruendosa.

La escena se repitió durante cuatro semanas, obviamente sin carcajada, porque Claudia pasó por todos los sentimientos en la escala del gris oscuro al negro más profundo.

Re, Mi, Fa, Sol… Su frustración crecía exponencialmente al sonido in crescendo de las notas horribles y desafinadas.

Pasaron ocho semanas. Seis meses....

La sensación era sublime. Se subió el telón....

Claudia hace una reverencia, empuña con delicadeza el arco, cierra los párpados y el público contempla por primera vez a la mujer que se convertirá en la mejor violinista del mundo con un solo brazo.