Todos, en algún momento, hemos herido a otros y también hemos sido lastimados por personas queridas o que no conocíamos. No podemos volver atrás para cambiar una situación, sin embargo, si podemos decidir qué hacer con nuestras emociones. Por ejemplo, con el malestar, la rabia, el enfado... y, ¿¿si me decido a perdonar??.
PERDONAR no significa que sea débil ni que apruebe todo lo que me ha hecho daño, significa que yo me libero del daño, que decido pasar página y no seguir enganchándome al dolor. Guardar rencor, culpabilizar y detenerse demasiado en las heridas, perjudica nuestra felicidad y tiene un efecto negativo en nuestro bienestar físico y psicológico.
El perdón también implica:
1°.- el duelo por la pérdida de las cosas que no funcionaron como queríamos y...
2°- dejar de esperar un mejor pasado, porque ya pasó, ya está hecho y no se puede cambiar.
Ese duelo y ese dolor tiene un gran valor, porque como dice Kornfield, "algunas veces las cosas que nos hacen vulnerables son aquellas que dan apertura a nuestro corazón y nos llevan de regreso a lo que más importa, al amor y a la vida".
Perdonar es una elección y un proceso. Puede ser largo en el tiempo. Pero supone una liberación.