Cuento contigo
Manuel Cortés Blanco
En aquella infancia de pueblo, a fin de sacar un aguinaldo para las fiestas, desde la biblioteca municipal editamos cierta revista que recogiera curiosidades de nuestra comarca. Le llamamos Buenas noticias... Y aunque su nombre no fuese original, aspirábamos a hacerle competencia a aquel otro periódico de la época que solo las daba malas: El Caso.
Así, publicamos cierto reportaje sobre las Acacias -por ser las primeras plantas que aparecen tras un incendio-, varias fotos de Avutardas -probablemente el ave voladora más pesada que existe-, tres crucigramas robados, algún soneto perdido y esa entrevista al alcalde anunciando que al año siguiente construiría un frontón que nunca pasó de aquella primera piedra.
Casi nadie nos compró nada, ni siquiera hubo número dos... Y los pocos que la adquirieron, fue más por lástima que por interés. Ante tal realidad, la mamá de Lorencito trató de animarnos con una frase que a menudo me sobreviene: Lo bueno vende poco... ¡Y vosotros sois demasiado buenos!
En cualquier caso, no nos vinimos abajo. De hecho, me sigue encantando transmitir buenas noticias. Y aunque en estos tiempos del Coronavirus apenas quede margen para ellas, quisiera destacar alguna que ha coloreado mi Esperanza:
1.- Anteponiendo el respeto de quienes sufren a la frialdad de cualquier predicción, los científicos advierten que -tras haber mutado en treinta cepas distintas- el COVID19 ha perdido agresividad, lo que indicaría que conforme pase el tiempo estará más debilitado y será menos lesivo para la población.
2.- Muchos investigadores trabajan contrarreloj para hallar lo antes posible una vacuna eficaz y segura. De hecho, hay alguna que se encuentra en fase tan avanzada que ha trascendido la posibilidad de estar disponible incluso para septiembre.
3.- La Federación Internacional de la Industria Farmacéutica –a la cual pertenece la patronal española Farmaindustria– ha reafirmado que el acceso a los tratamientos y la vacuna contra este COVID19 será asequible y equitativo en todo el mundo.
Sin pretender matar a ningún mensajero, quizás esta vez me pase lo mismo y nadie nos compre nada. Mas aunque Lorencito y toda la pandilla aprendiésemos entonces que lo bueno vende poco, seguiremos trabajando cada día por encontrar otras primicias que nos pinten el alma –siempre reflejo de nuestra cara– de eso que más le alimenta: una sonrisa.